miércoles, 29 de mayo de 2013

Francisco: "Hasta el Papa tiene pecados, y muchos"


 Bajo una fuerte lluvia, Francisco dijo hoy que la Iglesia es obra de Dios y que está compuesta por pastores y fieles con sus defectos y pecados. "Hasta el papa tiene pecados.y muchos", destacó, pero agregó que Dios siempre perdona.
 
Ante más de 100.000 personas, el papa Bergoglio celebró en la plaza de San Pedro la tradicional audiencia de los miércoles, cuya catequesis dedicó a la Iglesia y al "proyecto de Dios" de que todos los hombres sean una única familia.

"En este proyecto encuentra sus raíces la Iglesia, que no es una organización nacida del acuerdo entre algunas personas, sino, como nos recordó tantas veces el papa Benedicto XVI, que es obra de Dios", afirmó el Pontífice.

El Obispo de Roma agregó que la Iglesia nace del deseo de Dios de llamar a todos los hombres a la comunión con él, a su amistad, "a salir del individualismo, a la tendencia a cerrarse en sí mismos y a formar parte de su familia".

El pontífice subrayó que todavía muchas dicen creer en Cristo, pero no en la Iglesia. "Por supuesto que en quienes la componen -pastores y fieles- hay defectos, imperfecciones y pecados. También el papa tiene muchos pecados, y muchos, pero cuando nos damos cuenta de ese pecado, encontramos la misericordia de Dios", dijo el primer papa argentino. "Dios siempre perdona. No olvidemos esto", remarcó.

En esa línea, el papa dijo que Dios ha creado al hombre para que viva en profunda relación con Él y que incluso "cuando el pecado ha roto esa relación, Dios no nos abandona".

A la audiencia asistieron varios miles de fieles de España, El Salvador, Ecuador, Honduras, Perú, Argentina, México y otros países latinoamericanos, a los que invitó a vivir la fe, "no sólo como un don y un acto personal, sino como respuesta a la llamada de Dios de vivir juntos, siendo la gran familia de los convocados por Él".

Entre los asistentes se encontraba el sacerdotes español padre Ángel, fundador de Mensajeros de la Paz, y un grupo de responsables y beneficiarios de los centros sociales de esta ONG en España y en otros países. Una mujer argentina, que vive en una residencia de mayores de Mensajeros de la Paz en Buenos Aires también acudió junto al padre Ángel a la audiencia.

Antes de comenzar la audiencia, como ya es habitual, Francisco recorrió la plaza de San Pedro en el papamóvil durante más de media hora, en medio de los aplausos y vivas de las decenas de miles de fieles presentes, que desafiaron la lluvia que en esos momentos caía en Roma con coloridos paraguas.
El Papa no se resguardó de la lluvia y prosiguió su recorrido por la plaza visiblemente mojado. Cuando concluyó y subió al estrado donde leyó la catequesis se le vio secarse la cara y el pelo.

lunes, 27 de mayo de 2013

Las ideas que plasman mi alma

Las ideas que plasman mi alma



Cientos de ideas pasan ante nuestros ojos, penetran por nuestros oídos, surgen desde nuestro corazón. Unas llegan y escapan. Otras dejan una huella casi imborrable, hasta configurar hondamente mi existencia.

¿Qué ideas plasman mi alma? Aquellas sobre las que vuelvo una y otra vez. Aquellas que me tocan de modo especial. Aquellas que iluminan la situación en la que me encuentro. Aquellas que determinan mis decisiones.

Entre las ideas que plasman mi alma, algunas son malas, otras son buenas.

Sí: hay ideas malas. Me apartan de la verdad. Me encierran en el egoísmo. Me invitan a la desconfianza. Me llevan a despreciar a familiares o conocidos. Me provocan miedos engañosos. Me destruyen.

Esas ideas malas llegan con más o menos frecuencia a las puertas de mi corazón. A veces por un libro lleno de mentiras. Otras veces desde la voz de un "amigo" amargado que solo contagia desalientos. Otras veces nacen de mí mismo: permito que un sentimiento negativo domine mi mente y me arrastre hacia el mal, hacia el pesimismo o la amargura.

Gracias a Dios, también hay ideas buenas, y muchas. Me acercan a Jesucristo. Me sacan de mí mismo. Me impulsan a la esperanza. Me ayudan a comprender y a perdonar a familiares y conocidos. Me invitan a un trabajo serio y decidido. Me construyen.

De nuevo, me pregunto: ¿qué ideas plasman mi alma? ¿Cuáles medito una y otra vez en esos momentos en los que estoy conmigo mismo? ¿Cuáles dejo que me acerquen al amor hacia Dios y hacia mis hermanos?

Cientos de ideas tocan mi vida. Con un corazón abierto y magnánimo, sabré despreciar aquellas que no sirven para nada o que dañan, y buscaré acoger y meditar, en profundidad, aquellas que me permitan avanzar hacia el bien, la verdad, la belleza y la justicia.
Autor: P.Fernando Pascual LC

 

La fuerza de los débiles: la fe

La fuerza de los débiles: la fe
¿Cuál es la mayor fuerza de los débiles? Dar el paso de la fe. ¿Cuál es la mayor debilidad de los fuertes? Cerrar las puertas a la fe.

Estamos acostumbrados a medir la fuerza y la debilidad de las personas según parámetros equivocados. Medimos el dinero, la belleza, las energías físicas, las influencias, el contar con amigos poderosos, para juzgar si una persona es fuerte, si triunfa en la vida.

Nos olvidamos que esos y otros aspectos son pasajeros y mudables. Brillan durante días, meses o años. Luego, en un momento, o poco a poco, dejan de valer.

Lo que importa, lo realmente grande, lo que da fuerzas a cualquier ser humano, es la fe. Saber que Dios nos ama, que nuestra vida vale mucho para Él, que sueña con perdonarnos los pecados, que anhela poder abrazarnos, son riquezas, son poderes, que no se adquieren ni con el dinero, ni con la salud, ni con una multitud de aplausos.

El secreto está en fiarse de Dios, en saber descubrirlo en las mil sorpresas de la vida. Verlo presente en el amor de unos padres buenos, en unos educadores que nos dan el testimonio de su fe sincera, en un sacerdote que nos enseña a orar y a confiar en el Padre de los cielos.

Nuestra energía, nuestro poder, está en Dios y en su Amor. Aunque lluevan críticas al Papa, a los obispos, a la Iglesia. Aunque nos señalen con el dedo y nos excluyan de la vida pública. Aunque perdamos un puesto de trabajo por dar nuestro “sí” a Cristo y nuestro “no” a la falsedad, al robo, a la envidia, al miedo.

Todo lo podemos apoyados en Dios. Como los millones de santos sencillos, humildes, potentes, que han llenado de luz y de esperanza nuestro planeta bañado de lágrimas por culpa de la soberbia de los engreídos. Santos que rezan y cambian la historia del mundo. Santos que alegran el corazón de Dios y dan fuerzas a los atribulados, los abatidos, los enfermos. Santos que hacen que la misericordia avance, que el amor triunfe en corazones anhelantes de consuelo.

Santos que, sin dinero, sin aplausos, sin sables, son potentes simplemente porque se apoyan en Dios. Ese Dios que vence la muerte, borra los pecados, da vida a los jilgueros, pinta de verde los castaños, y nos repite “confiad, yo he vencido al mundo” (Jn 16,33).
Autor: P. Fernando Pascual

 

¿Sirve predicar el Evangelio?

¿Sirve predicar el Evangelio?
Es duro predicar en el desierto. No en el desierto físico, con sol y dunas, sino en el desierto de la indiferencia, de la soberbia, de la autocomplacencia, de la avaricia, de las vidas lejos de Dios.

Es duro predicar en el desierto... Pero el mensajero ha sido enviado para eso: para dar una señal de alerta, para remover conciencias, para compartir un regalo que permita al menos que alguno escuche, recapacite y se convierta.

En el Antiguo Testamento leemos estas palabras de aviso al profeta Jeremías: "Les dirás, pues, todas estas palabras, mas no te escucharán. Les llamarás y no te responderán. Entonces les dirás: Esta es la nación que no ha escuchado la voz de Yahveh su Dios, ni ha querido aprender. Ha perecido la lealtad, ha desaparecido de su boca" (Jr 7,27-28).

El mismo Cristo quedó sorprendido ante la dureza de corazón y la falta de fe en muchos de sus oyentes. "Jesús les dijo: «Un profeta sólo en su patria, entre sus parientes y en su casa carece de prestigio». Y no podía hacer allí ningún milagro, a excepción de unos pocos enfermos a quienes curó imponiéndoles las manos. Y se maravilló de su falta de fe. Y recorría los pueblos del contorno enseñando" (Mc 6,4-6).

A pesar de todo, el mensajero sabe que debe cumplir su misión. Como Pedro, como Pablo, como los primeros apóstoles, como los miles y miles obispos, sacerdotes y misioneros de todos los tiempos, la voz ha sonado en ambientes duros, ante corazones asfixiados por la autosuficiencia, en medio de sociedades esclavas de la idolatría o cegadas por filosofías falsas.

Sin embargo, algunos ven inútil todo esfuerzo, o tienen miedo, y prefieren callar. Para ellos conservan todo su valor las palabras de san Gregorio Magno: "Porque, con frecuencia, acontece que hay algunos prelados poco prudentes, que no se atreven a hablar con libertad por miedo de perder la estima de sus súbditos; con ello, como lo dice la Verdad, no cuidan a su grey con el interés de un verdadero pastor, sino a la manera de un mercenario, pues callar y disimular los defectos es lo mismo que huir cuando se acerca el lobo. Por eso, el Señor reprende a estos prelados, llamándoles, por boca del profeta: Perros mudos, incapaces de ladrar" (Regla Pastoral, 2,4).

Ningún enviado puede dejarse llevar por el miedo, ni detenerse ante la pregunta: ¿para qué voy a hablar si nadie hará caso? Al contrario, nuestros corazones están llamados a un amor más grande y generoso, que nos lance a predicar en todo momento.

Es cierto que san Pablo advertía de los peligros de la indiferencia y del cierre de los corazones, pero no por ello dejaba de invitar al anuncio: "Proclama la Palabra, insiste a tiempo y a destiempo, reprende, amenaza, exhorta con toda paciencia y doctrina. Porque vendrá un tiempo en que los hombres no soportarán la doctrina sana, sino que, arrastrados por su propias pasiones, se harán con un montón de maestros por el prurito de oír novedades; apartarán sus oídos de la verdad y se volverán a las fábulas." (2Tm 4,2-4).

Son tiempos duros (¿ha habido algún tiempo fácil en el pasado?), pero Cristo envía y da fuerzas. Nos toca, llenos de confianza en la gracia de Dios, lanzar la semilla de la Palabra.

Cada corazón que recibe el Evangelio y reconoce con la fe que Cristo es el único Salvador, llena de alegría a quien puso sus labios, su mente y su vida entera al servicio del anuncio más importante: ya llega el Reino de Dios (cf. Mc 1,15; Mt 12,28; Lc 10,9-11; Lc 17,21).
Autor: P. Fernando Pascual LC



 

viernes, 24 de mayo de 2013

Hay que resucitar

Hay que resucitar

Cristo no quedó en la cruz, ni quedó en un sepulcro, al tercer día resucitó, venciendo a la muerte para siempre. Pero Él quisiera que los hombres, todos, por quienes dio su vida, vivieran eternamente como resucitados.

¿Qué significa morir?, ¿Qué significa resucitar? Hoy lo voy a explicar mediante una carta de una muchacha que resucito espiritualmente en uno de esos retiros o ejercicios espirituales que se suelen hacer durante la cuaresma. Aquí la tenemos:

" Al salir de aquí, me voy con una profunda paz espiritual, cosa que realmente me hacia falta, creo que será inolvidable esta experiencia pues Dios me llegó en el preciso momento y he vuelto a creer en Él. Doy gracias a Dios porque es bueno y misericordioso, porque he aprendido en dos días, lo que no había podido aprender en 17 años de vida que tengo. Espero no volver a ser la niña que era antes y creo haberlo logrado. Doy gracias al Señor porque me ha hecho ver que estaba en la basura, y me ha dado la mano y ayudado a levantar y volver a empezar a vivir. Comenzaré una nueva vida, yo se qué me va a costar, me voy a tropezar con miles de obstáculos, me voy a enfrentar nuevamente a un ambiente horrible, pero lucharé por salir a flote. Me siento feliz de haber vuelto a creer, de estar al comienzo del buen camino nuevamente".

La otra carta comienza así: "Antes de ir a aquel retiro, mi vida era horrible, la estaba llevando en tal forma que era en verdad de dar tristeza. Era una niña con solo 16 años, y ya sin alegrías ni ilusiones, ya decepcionada de la vida. Pero era obvio llegó el día en que me sentí asqueada de todo y empecé a sentir un vacío enorme. Algo me hacia falta. Pensé que ese vacío lo llenarían mis amigas, las fiestas, conocer niños nuevos. Acababa de terminar con mi novio. Y así lo hice: salía mucho, conocí miles de niños, pero yo, seguía igual. Antes los estudios me llenaban bastante, pero en esos momentos ni el estudio llenó aquel vacío tan horrible. Era desesperante, nada me gustaba. Llego el día en que Dios me llegó directamente, porque decir que nunca me había buscado, sería una mentira. Me insistió y mucho, pero yo preferí vivir mi vida sin ÉL. Pero como decía, me habló, me hizo ver directamente que ahora tenía de nuevo los dos mismos caminos que antes ya había tenido: con Él o sin Él. Obviamente esta vez lo escogí a Él. Fui a hablar con el padre que dirigía el retiro, y después de insistirle mucho, me dejó ir. Fue el día de mi cumpleaños, es por eso que yo digo que nací a los 17 años. ¡Que día!, increíble, volví a nacer, pero con la conciencia de que tenía mucho que hacer. Y así empezó mi cielo, que hasta ahora sigo viviendo y nadie ha podido convertirlo en un infierno. Es algo maravilloso, porque desde que fui todo es diferente. Cristo me ha dado un ideal por el cual vivir. Antes estudiaba por un MB, ahora estudio por Él; antes me reía pero por tonterías, ahora porque sé que cuento con Él; antes era una niña responsable pero sólo ante mi misma, ahora lo soy ante Dios, ante los demás, ante Cristo. Antes lloraba y ahora también lloro; antes por falta de Cristo y ahora por que lo adoro, es decir de felicidad. Claro, he tenido problemas, pero con Cristo todo lo he podido solucionar. Ahora hasta los problemas los veo como una bendición, porque he aprendido a exigirme. No sé cómo explicarme, sólo me sale decir que es extraordinario: para mi Dios lo es todo, y si a mi me dijeran déjalo, preferiría morirme en ese momento, ya que sin El me perdería, no sabría que hacer, perdería a Cristo y mi felicidad. ¿Por quién lucharía entonces? ¿por mi? ¿para qué?

Esta es una de las lecciones más grandes que he recibido de alguien. Verdaderamente me estremecí por ser esta chica una adolescente, de la cual según los adultos creemos que no saben lo que quieren.
 
Autor: P. Mariano de Blas LC

Los regalos de Dios

Los regalos de Dios
Cuando hablamos del Espíritu Santo en nuestros mensajes parece que se anima el Programa. Ese día estamos pensando en Dios más que nunca. Y esto a lo mejor es lo que nos va a pasar hoy...

Un himno de la Liturgia se dirige al Espíritu Santo y le dice: Eres el regalo grande del Dios altísimo. Tan grande, que Dios echó el resto con el Espíritu Santo y se quedó sin nada más que darnos.

Parece mentira cómo hace Dios las cosas. Todas las hace en grande, como Dios que es. En Él no cabe hacer nada pequeño. Y así es cómo se nos ha dado Dios desde el principio. Ha ido escalonando las cosas que daba, y al fin se ha quedado sin nada más.

¿Y el Cielo?, preguntarán algunos. Sí, Dios a estas horas nos ha dado ya también el Cielo. Porque incluso el Cielo ya lo llevamos dentro. Lo único que falta es que se rompa el velo de la carne mortal para que podamos disfrutar en gloria lo que ya poseemos en gracia.

Las Tres Divinas Personas se nos han dado las tres, cada una a su manera, y se han dado del todo en forma asombrosa. Aunque, cuando se nos daba una Persona, se nos daban las otras por igual, cada una según es en el seno de la Santísima Trinidad.

El primero que se nos dio fue el Padre con la creación. Toda la obra inmensa que contemplan nuestros ojos salió de sus manos amorosas y la puso en las manos nuestras para que la disfrutemos a placer. Nos creó en inocencia y nos dio su gracia, de modo que desde el principio éramos hijos suyos.

Se nos daba después el Hijo en la obra de la Redención. Cuando cometimos la culpa y perdimos la gracia, Dios manda su Hijo al mundo para que nos salve, y ya sabemos cómo se nos dio Jesús. Desde la cuna de Belén y desde Nazaret hasta el Calvario, y a través de todos los caminos de Galilea, ¡hay que ver cómo se entregaba Jesús! Y cuando había de marchar de este mundo, se las ingenió para irse y quedarse a la vez. Porque, si no, ¿qué otra cosa es la Eucaristía?... Y, ya en el Cielo, nos va a hacer junto con el Padre el regalo de los regalos.

Finalmente, le tocaba el turno al Espíritu Santo.
Sentado a la derecha del Padre, Jesús, con todo el poder que tiene como Dios, nos manda el Espíritu Santo, la Tercera Persona de la Santísima Trinidad, para que tome posesión de nuestros corazones, derrame en nosotros el Amor increado de Dios, nos llene de su santidad, nos colme con todos sus dones, produzca en nosotros todos los frutos del Cielo, y sea la prenda de nuestra vida eterna.

Así Dios, el Dios Uno en las Tres divinas Personas de la Santísima Trinidad, siendo infinitamente rico, se queda sin nada más que darnos...

El Espíritu Santo es el resto, el colmo, el regalo grande del Dios altísimo, que ya no puede inventar nada mayor para poderlo regalar.

Son muchas las personas que en nuestros días, volviendo a la devoción que la Iglesia de los primeros siglos tuvo al Espíritu Santo, nos han dado una verdadera lección de felicidad. ¡Hay que ver cómo disfrutan del Espíritu Santo en sus asambleas! Parecen tener la feliz enfermedad de un Felipe de Neri, el Santo más simpático que llenó la Roma del siglo dieciséis.

Se preparaba para celebrar la fiesta de Pentecostés, porque era muy devoto del Espíritu Santo, cuando se sintió de repente abrasado por un fuego devorador.
- ¡Que no puedo más! ¡Que no puedo más!...
Los que le rodeaban empezaron a buscar agua fría, le aplicaban al pecho paños mojados, y nada... El corazón palpitaba como un tambor. Hasta las costillas se levantaban como para estallar.
Felipe no podía aguantar el gozo inexplicable que le invadía:
- ¡Basta! ¡Que no puedo con tanta felicidad!...
Aquel fenómeno místico no se lo explicaba nadie, porque aquel calor le duraba como duraban las llagas a San Francisco de Asís o al Padre Pío...
Llegaba el invierno y tenía que descubrirse la ropa del pecho para que el calor del amor no se sintiera tan intenso. Y como nadie sabía de qué procedía, el Santo, como hacía con todas sus cosas, lo tomaba a risa delante de los demás. Caminaba así descubierto en pleno invierno por las calles de Roma, por mucho frío que hiciese, y se les reía a los jóvenes:
- ¡Vamos! A vuestra edad, ¿y no aguantáis el poco frío que hace?
Los médicos, que tampoco entendían nada, le daban medicinas equivocadas y no conseguían nada tampoco. Ni disminuían las palpitaciones, ni se arreglaban las costillas. El Santo seguía riéndose:
- Pido a Dios que estos médicos puedan entender mi enfermedad...

Pues, bien. Eso que ni los jóvenes ni los médicos entendían, es lo que hace en nosotros el Espíritu Santo que se nos ha dado. Así estalla su amor en el corazón. Dios lo quiso manifestar externamente en Felipe Neri para que nosotros entendiéramos la realidad mística y profunda que llevamos dentro.

El Espíritu Santo es el Huésped de nuestras almas y el que santifica nuestros cuerpos. El Espíritu Santo es el que ilustra nuestras mentes para que entendamos la verdad y penetremos en las intimidades de Dios. El Espíritu Santo es quien nos empuja hacia Dios con la oración que suscita en nosotros.

El Espíritu Santo, don grandísimo de Dios, lo último que le quedaba a Dios... Eso, eso es lo que Dios nos ha dado...
Autor: Pedro García, Misionero Claretiano



 

jueves, 23 de mayo de 2013

Jesucristo, Sacerdote

Jesucristo, Sacerdote
Nuestro corazón está herido por el pecado, nuestra mente vive dispersa en mil distracciones vanas, nuestra voluntad flaquea entre el bien y el mal, entre el egoísmo y el amor.

¿Quién nos salvará? ¿Quién nos apartará del pecado y de la muerte? Sólo Dios. Por eso necesitamos acercarnos a Él para pedir perdón.
Pero, entonces, "¿quién subirá al monte de Yahveh?, ¿quién podrá estar en su recinto santo?" Sólo alguien bueno, sólo alguien santo: "El de manos limpias y puro corazón, el que a la vanidad no lleva su alma, ni con engaño jura" (Sal 24,3-4).

Sabemos quién es el que tiene las manos limpias, quién es el que tiene un corazón puro, quién puede rezar por nosotros: Jesucristo.

Jesucristo puede presentarse ante el Padre y suplicar por sus hermanos los hombres. Es el verdadero, el único, el "Sumo Sacerdote según el orden de Melquisedec" (Hb 5,10; 6,20). Es el auténtico "mediador entre Dios y los hombres" (1Tm 2,5), como explica el "Catecismo de la Iglesia Católica" (nn. 1544-1545).

Cristo es el único Salvador del mundo. De un modo personal, profundo, quiere ser, también, mi Salvador.

Celebrar a Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote, nos llena de alegría. El altar recibe la Sangre del Cordero. El Sacerdote que ofrece, que se ofrece como Víctima, es el Hijo de Dios e Hijo de los hombres. El Padre, desde el cielo, mira a su Hijo, el Cordero que quita el pecado del mundo, el Sumo Sacerdote que se compadece de sus hermanos.

El pecado queda borrado, el mal ha sido vencido, porque el Hijo entregó su vida para salvar a los que vivían en tinieblas y en sombras de muerte (cf. Lc 1,79).

Podemos, entonces, subir al monte del Señor, acercarnos al altar de Dios, participar en el Banquete, tocar al Salvador.

Como en la Última Cena, Jesús nos dará su Cuerpo y su Sangre. Como a los Apóstoles, lavará nuestros pies, y nos pedirá que le imitemos: "Pues yo estoy en medio de vosotros como el que sirve” (Lc 22,27). “Porque os he dado ejemplo, para que también vosotros hagáis como yo he hecho con vosotros” (Jn 13,15).

Ese es nuestro Sumo Sacerdote, el Cordero que salva, el Hijo amado del Padre. A Él acudimos, cada día, con confianza: "Pues no tenemos un Sumo Sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, sino probado en todo igual que nosotros, excepto en el pecado.

Acerquémonos, por tanto, confiadamente al trono de gracia, a fin de alcanzar misericordia y hallar gracia para una ayuda oportuna" (Hb 4,15-16).
 
Autor: P. Fernando Pascual

Dios amigo del hombre.



Con el recuerdo de lo que dice el poeta:

Cuando al rozar las espinas del dolor y desencanto,/ el corazón duele tanto que brota sangre al latir… / y mueren las ilusiones por no tener un abrigo,/ ¡ qué dulce es un pecho amigo que entienda nuestro sufrir!”

Sabemos que siempre estaremos necesitados de esto porque la vida a veces nos hace llorar y sentirnos tristes y abrumados porque alguien nos lastimó o ciertas circunstancias nos obligaron a pasar por trances dolorosos la pérdida de un ser querido, la ausencia de un ser amado, la soledad , un mal momento económico, las enfermedades, un desamor, un sueño roto… en fin, nos llegan momentos tan difíciles que solo la compañía y la compresión de un buen amigo o amiga nos conforta, nos arropa y nos da la fuerza para seguir…

Cuando podemos tener ese “regalo de amistad “medicinal” tan sincero y cálido debemos sentirnos privilegiados y lo somos pues nada en este mundo se puede comparar con la dicha de tener “ese amigo” que sabe de nuestro dolor , lo comparte y nos da valor para poder mirar a la vida de frente… ¡ ese amigo o amigos son invaluables !

Pero el AMIGO, así con mayúsculas, es Jesús, el Hijo de Dios, el que se hizo hombre para poder conocer mejor nuestro corazón y darnos el apoyo y el amor que necesitamos siempre, pero más, en algunos momentos de nuestra vida.

Jesús sabía que íbamos a sufrir y por eso se quedó en el Sagrario y por eso y en ese pedacito de pan está su Cuerpo, su Sangre y su Divinidad.

¡Amigo del hombre ! Pero más amigo, y sabe querer especialmente, a los que sufren, amigo de los enfermos, amigo de los jóvenes que batallan con arrojo para conservarse puros y limpios en este “mar” de sugestiones nocivas y tentaciones de pecado, amigo de los niños, de los que mueren de hambre, de los que están sin libertad a pesar de ser inocentes, de los que no tienen trabajo de los ancianos que viven en olvido y desamor…

El es el AMIGO que nuca se cansa de esperar, que es fiel, que siempre escucha y que sabe perdonar y hasta disculpa cuando nos alejamos y nos olvidamos de El…. Y El seguirá esperando con el mismo cariño, con la misma ternura para abrazarnos y secar nuestras lágrimas al volver a Él, porque nada hay que se le pueda comparar ya que dando su vida en la cruz, sus brazos están abiertos para recibirnos y sabemos que no hay amor más grande que el que da su vida por un amigo. Es por eso que ÉL, es EL AMIGO MEJOR Y MÁS AMIGO QUE PODEMOS TENER.

Termino ofreciéndoles estas palabras del P. Ignacio Larrañaga:

Llegaste a mi humilde y discretamente, para ofrecerme tu amistad. Me elevaste a tu nivel, bajándote tu al mío, y deseando un trato familiar, pleno de abandono. Quieres que tu amistad sea fecunda y productiva, para mi mismo y para los demás. Dios amigo del hombre. Creador amigo de la creatura. Santo amigo del pecador. Eres el amigo ideal, que nunca falla en su fidelidad y nunca se rehúsa a sí mismo. Al ofrecimiento de tan magnífica amistad, quisiera corresponder como Tú lo esperas y mereces procediendo siempre como tu amigo. Amén”.


martes, 21 de mayo de 2013

A los recién casados...

A los recién casados...
El padre abad recibió con un abrazo muy fuerte a Juan y Laura. Apenas llevaban un mes de casados, y quería decirles tantas, tantas cosas...

Fueron juntos al despacho de la parroquia. Hablaron sobre el viaje de bodas, los regalos, los planes para el futuro inmediato. Al final, con un tono de voz lleno de cariño, el padre abad abrió su alma para darles un generoso paquete de consejos.

«Supongo que ya les habrán dicho tantas cosas. Si me permiten, como les conozco desde niños, también quería decirles unas palabras ahora que inician una nueva etapa.

Los veo muy felices y muy enamorados. Agradezcan a Dios el don del cariño que se tienen, y cuídenlo mucho. No se acostumbren a vivir juntos: cada día debe ser algo nuevo, maravilloso, propio de verdaderos enamorados. No dejen de decirse una y otra vez que se aman. No lo supongan: necesitan recordárselo con las palabras y con los gestos.

Que el tiempo no ponga polvo de rutina entre ustedes. Admírense del amor que se tienen. Puede pasar la belleza del cuerpo, puede venir una enfermedad, puede llegar un momento en el que falte el dinero en casa. Pase lo que pase, Juan y Laura, cada uno es un don maravilloso para el otro.

Por eso, no dejen de tener detalles de cariño. Los tuvieron cuando eran novios y cada uno quería conquistar al otro. Ahora también tienen que “conquistarse”. Juan, ponte guapo, de verdad, cuando estés con Laura. Laura, ya eres muy hermosa, pero no dejes de mantenerte bella para Juan.

Tengan a Dios en el primer lugar dentro de la casa y fuera de ella. Dios nos ha creado, y quiso que el ser humano fuese varón y mujer. Son complementarios, están hechos el uno para el otro, y desde esa complementariedad son fecundos. Reciban por eso como una enorme bendición de Dios cada hijo que empiece a vivir desde el amor que se tienen.

Sí, ya sé que desean tener hijos. Ojalá vean a cada uno de ellos como un don de Dios. Lleguen como lleguen, lleguen en un buen momento o en un momento difícil, ámenlos y siéntalos siempre como una misión, como parte de ese amor que ahora les acaba de unir como esposos. Si no llegan... dejen esto en manos de Dios. El hijo no es nunca un derecho: es un don. Esperarlo es correcto, pero no como una posesión. Amarlo es un deber dulce y agradable, si Dios lo envía, porque nace del amor y para el amor.

No se ahoguen mutuamente: cada uno tiene su personalidad. Pero ahora esa personalidad ha dado un sí al otro, a la otra, y ese sí hará posible el milagro de dejar los propios caprichos para contentar a quien tanto se ama.

En ese contentar al otro hay que saber dejarle un cierto espacio de libertad, pero sin que se rompa la unidad que el matrimonio acaba de crear. Son el uno para el otro: esa es la mejor manera de armonizar la libertad que Dios les ha dado para amar.

Por eso, no se “sofoquen”, no quieran ver al otro como una posesión, no busquen anularlo ni destruir las cualidades que Dios ha puesto en su corazón. Muchos matrimonios se destruyen cuando uno pretende tener al otro siempre a sus pies, sometido en todo a sus gustos. Y también fracasan cuando los esposos viven en la actitud de quien espera conservar la propia “personalidad” y no quieren ceder nunca ni en nada lo que hasta ahora ha sido su estilo de vida. Empezar así el matrimonio es lo mismo que comprar todos los boletos para el fracaso.

El amor va hacia lo opuesto: si quieren triunfar como esposos, acepten el camino de la renuncia del propio gusto para contentar al otro, en todo lo que no ofende a Dios. De verdad, es maravilloso encontrarse esposos de muchos años que todavía viven totalmente el uno para hacer feliz al otro. Así me gustaría verles siempre a ustedes.

Hay que estar alerta ante el peso del egoísmo, o cuando uno se encierra dentro de sí mismo para defender “sus derechos”. Ceder no es sinónimo de debilidad, si cedemos en cosas accesorias. Ceder es parte del amor que desea dar contento al amado. Así me gustaría verles siempre, felices porque buscan hacer feliz al otro.

No olviden que no somos perfectos. Ni tú, Juan, ni tú, Laura. Por eso hay que tener una actitud continua de superación, para salir de los baches. A la vez, hay que tener un gran espíritu de perdón, para que nunca el defecto que veas en el otro te lleve a empañar ese amor tan fresco que ahora se tienen.

Comenten lo que sienten, lo que piensan, y tomen las decisiones en común. No quieran “triunfar” sobre el otro. Tampoco se guarden dentro dudas o inquietudes que crecen hasta convertirse en auténticos enemigos del amor. Busquen tiempo para abrir eso que llevan dentro, con realismo y sencillez. Nunca acepten una suposición contra el otro, ni menos críticas que se escuchen desde fuera. Trabajen por ser trasparentes y limpios, como el agua cristalina, pero sin durezas. Si hay que reprochar algo objetivo, díganlo con tanto cariño que hasta dé gusto el estirón de orejas...

Dios les ha amado desde toda la eternidad, les ama ahora, les amará siempre. Dejen a Dios el mejor lugar en la familia. Búsquenlo en la confesión si alguna vez el pecado ha llegado a la propia vida. Recíbanlo limpiamente, cada domingo, en la santa Misa, donde les espera como esposos. Busquen momentos como familia para rezar juntos, para leer la Biblia, para ayudar más a la parroquia y a tantas personas necesitadas.

En lo que esté de mi parte, cuenten conmigo. He visto matrimonios muy hermosos que han fracasado por una tontería. He visto matrimonios que han pasado por pruebas muy duras, pero han salido adelante. He visto matrimonios que “siguen” por inercia, pero aburridos, sin fuego, sin cariño, sin amor.

¡Cómo me gustaría que no pasase esto entre ustedes! El mundo en el que vivimos no ayuda a vivir bien el matrimonio. Pero Dios es más fuerte que el mundo. Con Dios pueden ser una pareja santa y feliz. Así lo deseo de corazón. Quisiera verles siempre como ahora, como tórtolas enamoradas, o incluso cada día más y más tiernos y delicados.

Ya ven, me salió un sermón de nuevo. Es el vicio que tengo desde hace años. Pero no se pueden imaginar la alegría que siento al verles unidos en el matrimonio según Jesucristo. Que Él les acompañe siempre. Que el Espíritu Santo les bendiga en sus pensamientos, en sus palabras, en sus acciones. Y que la Virgen María y san José les enseñen cómo se vive de verdad en una familia que busca en todo, siempre, hacer lo que agrada a Dios y lo que agrada al propio esposo, a la propia esposa, a los hijos
Autor: P. Fernando Pascual

El poder en la Iglesia está en el servicio

Para un cristiano, progresar significa abajarse como lo hizo Jesús. Es lo que ha señalado el papa Francisco en la misa de esta mañana en la Casa Santa Marta. El papa también reiteró que el verdadero poder está en el servicio y que no debe existir la lucha por el poder en la Iglesia.

En la misa, concelebrada por el director de programación de Radio Vaticana, padre Andrzej Koprowski SJ, participó un grupo de empleados de dicha emisora y otro grupo de empleados de la Oficina de peregrinos y turistas de la Gobernación del Vaticano.
También estuvieron presentes el director de la revista Civiltà Cattolica, padre Antonio Spadaro SJ, y María Voce y Giancarlo Faletti, presidenta y vicepresidente del Movimiento de los Focolares, según informa Radio Vaticana.
El poder del servicio
Jesús habla de su pasión y sus discípulos, sin embargo, se detienen a discutir sobre quién es el mejor entre ellos. Es el amargo episodio narrado por el evangelio de hoy, que ofreció la oportunidad al papa para hacer una meditación sobre el poder y el servicio. "La lucha por el poder en la Iglesia –observó--, no es algo de estos días", ha "comenzado ya con Jesús".
Señaló también que "en la clave evangélica de Jesús, la lucha por el poder en la Iglesia no debe existir", porque el poder real, aquel que el Señor "con su ejemplo nos ha enseñado", es "el poder del servicio".
"El verdadero poder es el servicio. Cómo lo hizo Él, que no vino para ser servido, sino para servir, y su servicio ha sido más bien el servicio de la Cruz. Jesús se humilló a sí mismo hasta la muerte, y a la muerte de Cruz por nosotros, para servirnos, para salvarnos. Y no hay otra forma en la Iglesia para seguir adelante.
Abajarse para progresar
Para el cristiano, ir hacia adelante, progresar, significa abajarse. Si no aprendemos esta regla cristiana, nunca, nunca seremos capaces de entender el verdadero mensaje de Jesús sobre el poder".
Progresar, agregó, "significa abajarse", "estar siempre al servicio". Y en la Iglesia, añadió, "el más grande es el que sirve, el que está más al servicio de los demás". Esa “es la regla". Y, sin embargo, añadió Francisco, desde el principio hasta ahora ha habido "luchas por el poder en la Iglesia", incluso "en nuestra forma de hablar".
Porque "cuando una persona le damos un encargo, que según los ojos del mundo es un encargo superior, se dice: 'Ah, esta mujer ha sido ascendida a presidenta de esa asociación, o este hombre fue promovido...'. Este verbo, promover; sí, es un hermoso verbo, se debe utilizar en la Iglesia. Sí, ha sido ascendido a la Cruz, fue promovido a la humillación. Esa es la verdadera promoción, ¡aquella que nos ‘asemeja’ mejor a Jesús!".
El papa recordó así que san Ignacio de Loyola en los Ejercicios Espirituales, pedía al Señor Crucificado "la gracia de la humillación". Esto, reiteró, es "el verdadero poder del servicio de la Iglesia". Este es el verdadero camino de Jesús, la verdadera promoción y no aquellas mundanas:
"El camino del Señor es Su servicio: como Él ha hecho Su servicio, tenemos que ir tras él, por el camino del servicio. Ese es el verdadero poder en la Iglesia. Quisiera orar hoy por todos nosotros, para que el Señor nos dé la gracia de comprender que el verdadero poder en la Iglesia es el servicio. Y también para comprender aquella regla de oro que Él nos enseñó con su ejemplo: para un cristiano, progresar, avanzar, significa abajarse, abajarse... Le pedimos esta gracia".
Traducido del italiano por José Antonio Varela V.


Repetir el camino de María en nuestra vida

Repetir el camino de María en nuestra vida

La Santísima Virgen no es la única que ha sido elegida por Dios; cada uno de nosotros también lo ha sido. La razón por la cual María es bendecida de esta forma extraordinaria por el Señor, es por la misión que a Ella se le iba a entregar: la de ser la Madre del Redentor. La razón por la cual cada uno de nosotros es bendecido por Dios es porque también tenemos una misión muy especial de cara a nuestro mundo, de cara a la propia familia y de cara a la sociedad en la que vivimos.

Ciertamente que, en nuestro caso, el camino es distinto. En María se produce la preservación por parte de Dios. María no es tocada por el pecado; nosotros tenemos que caminar y luchar para corregir esa marca del pecado. Sin embargo, de la misma manera en que María tiene una gracia muy especial por parte del Señor, no olvidemos que también nosotros la tenemos, porque tenemos la gracia de Dios para poder llevar a cabo nuestra misión.

Yo creo que la actitud de la Santísima Virgen ante la misión que se le propone, también la podríamos aplicar a nosotros. María, cuando oye las palabras del ángel, se preocupa mucho y se pregunta qué querría decir semejante saludo. María le pregunta al ángel cómo se va a realizar el plan de Dios, siendo ella virgen. Sin embargo, la Santísima Virgen ofrece su persona a Dios como la esclava del Señor para que se cumpla en Ella lo que se le ha dicho.

Esas tres actitudes de la Santísima Virgen, podrían también ser tres comportamientos nuestros. Cada uno de nosotros, cuando Dios manifiesta su plan en nuestra vida, también puede sentir preocupación, inquietud, incluso miedo. “No temas María”, le dirá el ángel. También en nuestro corazón, cuando vemos lo que Dios nos pide, cuando vemos con claridad el designio de Dios para nuestra vida, puede surgir miedo, porque muchas veces lo que Dios nos pide va en contra de lo que habíamos planeado.

Si reflexionáramos sobre el plan que tenía o el plan que tiene para su existencia, ¿podría decir que es el mismo que Dios le está pidiendo? ¿Acaso lo que me ha sucedido estaba dentro de mis planes? ¿Estaba dentro de mis planes el que mi matrimonio sufriese dificultades? ¿Estaba dentro de mis planes el que mis hijos se comportasen mal? ¿Estaba dentro de mis planes el que Dios me pidiese pasar por la situación por la que estoy pasando?

Nos vamos a dar cuenta de que muchas cosas no estaban dentro de nuestros planes. Y cuando de pronto te encuentras con algo que no está dentro de tus planes, te puede preocupar, te puede incluso molestar. Sin embargo, hay una cosa muy clara: muchas veces perdemos el dominio de nuestra vida y se lo tenemos que dejar a Dios.

¿Qué pasa cuando se lo tienes que dejar a Él? ¿Qué pasa cuando Dios te dice “el control lo quiero yo”? Y quiero que me entregues esto de tu vida...; esto de tus hijos...; esto de tu matrimonio...; esto en el ámbito material...; esto en el ámbito social... A lo mejor, surge en nosotros preocupación, que puede ser una reacción lógica, pero que no sigue el camino de la Santísima Virgen María.

Cuántas veces podemos perder de vista que, ante Dios, la respuesta auténtica es “sí”. Y es un “sí” que le pone a Dios delante todo lo que uno es. María había prometido a Dios vivir en virginidad. Pero incluso esa promesa tan acariciada en el corazón de la Santísima Virgen, Ella la pone ante el Señor y acepta la respuesta de Dios.

El punto importante es si le ponemos a Dios el sí por delante. “¿Cómo va a ser...?” Tú me lo vas a decir, Tú me vas a guiar, Tú vas a estar a mi lado. Sin embargo, cuántas veces pensamos que nuestros planes personales son mejores que los de Dios; que nuestros criterios personales, son mejores que los del Señor. Nos olvidamos de que el camino de María es un camino en el que Ella siempre está dispuesta a decirle a Dios “sí”.

La tercera actitud de la Santísima Virgen María es una actitud de una ofrenda total: “He aquí la esclava del Señor, que se haga en mí según tu palabra”. Ante los conflictos internos de más generosidad, más sacrificio, más entrega, más oración, más perdón a los demás, tenemos que repetir las palabras de María Santísima: “Aquí está la esclava del Señor, que se haga en mí según tu palabra”.

Dice San Pablo: “Hemos sido elegidos, en Cristo, para ser santos e irreprochables”. ¿Cuál es el camino para lograrlo? Cada uno de nuestros caminos es distinto, cada uno de nuestros modos de caminar es diferente, pero si seguimos el camino de María “aquí está la esclava del Señor, que se haga en mí según tú me dices”, será siempre un camino de gozo y de esperanza, no un camino de miedo.

¡Qué importante es descubrir este camino de María en nuestra vida, porque es un camino -no lo olvidemos-, que lo tenemos que ir repitiendo constantemente! Lo tenemos que repetir cuando nuestra vida es joven, cuando es madura, cuando es anciana; lo tenemos que repetir cuando las cosas económicas van bien o cuando van mal; lo tenemos que repetir cuando hay contrariedades o cuando no las hay. Tenemos que repetir el camino de María, porque repetirlo es seguir el camino de la paz, es seguir el camino de Dios.

Permitamos, entonces, que toda nuestra vida vaya caminando, como en la vida de María, con estas tres actitudes: La actitud de querer encontrar la voluntad de Dios, sea ésta cual sea. La actitud de no poner restricciones a la voluntad de Dios, sea ésta cual sea. Pero sobre todo, la actitud de entregarse con plena y madura libertad al camino de Dios, por donde Él nos vaya llevando.
 
Autor: P. Cipriano Sánchez LC

lunes, 20 de mayo de 2013

Madre mía te quiero con todo mi corazón

Madre mía te quiero con todo mi corazón


Dulcísima Madre mía,
he venido a saludarte con cariño
en este nuevo día.
¿Quién te hizo tan bella?
Quizás Tú no lo sepas,
pero yo no puedo contemplar tu rostro
y mirar tus ojos de cielo
sin emocionarme hasta el alma.

¿Quién me amó tanto, tanto,
que me hizo hijo tuyo?
Hermosísima Reina, Madre de bondad,
estás hecha de bondad y de amor.

¡Qué felices nos has hecho,
qué afortunados por tenerte como madre!
Era yo un gitanillo que inspiraba compasión,
Era un niño pobre, un niño malo.
Había caminado descalzo
Por sendas de piedras y maleza;
traía una carita sucia de lágrimas antiguas
y polvo de muchos caminos.

Era un niño pequeño,
pero había sufrido ya como adulto.
Se me había olvidado la sonrisa.
El futuro era negro de nubes espesas.
Y, de pronto, apareciste Tú en mi vida.
Una mujer muy hermosa,
una mujer que inspiraba todo el cariño del mundo.

Me mirabas con una sonrisa de cielo.
Me llamaste con una voz tan dulce…
Me esforcé en sonreír un tanto,
y me fui acercando temblando de emoción.
De pronto, tus manos se abrieron
y me sumergí en un abrazo tan dulce
que todas mis penas se fueron;
y me sentí el niño más feliz del mundo.

Pero mi alegría fue más grande que yo mismo,
cuando de tus labios graciosos brotó esta palabra: “Hijo mío.”
Quise decir algo que brotaba con ímpetu del corazón.
No pude decirlo, no me atrevía.
Miré mis sandalias rotas, mi vestido raído;
mi corazón y mis manos no eran limpios.

“Hijo mío, cuanto te quiero,
cuánto te he esperado, hijo de mi alma.”
Entonces ya no pude callarme y le dije
con las lágrimas más puras
y la alegría de un niño feliz:
“Madre mía te quiero con todo mi corazón.”
Y un abrazo fundió
a la Madre pura y santa
y al niño pecador.

“He ahí a tu Madre, he ahí a tu hijo”
El que dijo estas bellas palabras
era Dios mismo,
un Dios que moría por mí en una cruz:
un Dios que me dio a su misma madre
en un impulso de amor.
No es un rato de contento,
es una eternidad de felicidad.
La eternidad de la alegría
comenzó desde ese momento
en que Jesús dijo esas palabras en la cruz.
Nos daba su vida y su sangre,
nos daba la Madre de sus sueños.

Desde entonces ya no soy el niño malo;
que malo no puedo seguir siendo
junto a una Madre tan buena.
Ya no soy un niño huérfano,
ni triste ni harapiento.
Soy el niño más feliz.
Ya mis lágrimas son de de amor y alegría,
por Ella, por mi Madre del cielo.

Caminar contigo es tocar el cielo con la mano;
vivir junto a Ti es ya adelantar la gloria.
Contigo los dolores se mitigan,
las amargas lágrimas se detienen
y el desierto vuelve a florecer.
Mi desierto ha vuelto a florecer.
Todo cambió desde aquel día,
el día maravilloso en que te conocí, oh Madre.
Yo no te conocía, primor de los valles.
Ignoraba que existías, amor de mi vida.
Pasé junto a valles hermosos y bellísimas flores
y nunca imaginé que Tú tenías
la luz y la belleza de los valles y las flores.
Vida mía, amor mío,
Vida, belleza y amor ensamblados.

Eres una senda florecida
que me ha conducido a Dios.
Me enamoré de Ti primero para siempre,
pero tu amor me llevó dulcemente, sin fatiga,
hacia el Dios Amor.
Tú me hiciste querer a ese ser infinitamente amable.
Presentaste a mis ojos
a un Dios Niño, ternura infinita,
un encanto de Dios hecho niño por mí.

La mujer que es amor
llevando en sus brazos al Niño que es amor,
porque es el Niño Dios.
Oh Madre dulcísima,
no quiero jamás separarme de Ti,
no quiero jamás separarme del Dios
que me has enseñado a querer;
el mismo Dios que Tú amas tanto
porque es tu Dios y es hijo de tus entrañas.
Enséñame a amarlo con todo mi corazón.
 
Autor: P. Mariano de Blas L.C

domingo, 19 de mayo de 2013

Pascua: 50 días para cantar ¡Aleluya!

Pascua: 50 días para cantar ¡Aleluya!
Pascua: 50 días para cantar ¡Aleluya!
En la noche, una llama vacilante. El sacerdote y la gente enciendien sus velas. La luz se expande. Las tinieblas retroceden. La procesión avanza hacia el altar. La iglesia se llena de resplandor. La Iglesia celebra la Pascua.

La Vigilia Pascual tiene un encanto mágico. Nos presenta el evento más importante de la historia humana: Cristo ha resucitado y vive para siempre.

El mundo, aparentemente, sigue su marcha, monótona o entusiasta, entre alegrías y penas. Pero quien se deja tocar por la gran Noticia sabe que la muerte ha sido vencida, que el pecado no es la última palabra de la historia, que el perdón ha cancelado la condena.

Sabemos, por los Evangelios, que Cristo se apareció a sus seguidores durante 40 días y luego ascendió a los cielos. Pasados 10 días, los primeros discípulos recibieron el Espíritu Santo.

La Iglesia celebra este acontecimiento con 50 días de fiesta, de canto, de esperanza. Es el tiempo del "aleluya", del grito que invita una y otra vez a alabar y dar gracias al Señor, "porque es eterna su misericordia".

El Papa Benedicto XVI lo explicaba con estas palabras: "El tercer gran símbolo de la Vigilia Pascual es de naturaleza singular, y concierne al hombre mismo. Es el cantar el canto nuevo, el aleluya. Cuando un hombre experimenta una gran alegría, no puede guardársela para sí mismo. Tiene que expresarla, transmitirla. Pero, ¿qué sucede cuando el hombre se ve alcanzado por la luz de la resurrección y, de este modo, entra en contacto con la Vida misma, con la Verdad y con el Amor? Simplemente, que no basta hablar de ello. Hablar no es suficiente. Tiene que cantar"

Tenemos ante nosotros 50 días de aleluya. Es la Pascua, el paso, la victoria del Señor. De corazón, desde la esperanza que ilumina toda la vida humana, ¡felices pascuas!

Pentecostés, fiesta grande para la Iglesia

Pentecostés, fiesta grande para la Iglesia
Pentecostés fue un día único en la historia humana.

En la Creación del mundo, el Espíritu cubría las aguas, “trabajaba” para suscitar la vida.

En la historia del hombre, el Espíritu preparaba y enviaba mensajeros, patriarcas, profetas, hombres justos, que indicaban el camino de la justicia, de la verdad, de la belleza, del bien.

En la plenitud de los tiempos, el Espíritu descendió sobre la Virgen María, y el Verbo se hizo Hombre.

En el inicio de su vida pública, el Espíritu se manifestó sobre Cristo en el Jordán, y nos indicó ya presente al Mesías.

Ese Espíritu descendió sobre los creyentes la mañana de Pentecostés. Mientras estaban reunidos en oración, junto a la Madre de Jesús, la Promesa, el Abogado, el que Jesús prometió a sus discípulos en la Última Cena, irrumpió y se posó sobre cada uno de los discípulos en forma de lenguas de fuego (cf. Hch 2,1-13).

Desde ese momento empieza a existir la Iglesia. Por eso es fiesta grande, es nuestro “cumpleaños”.

Lo explicaba san Ireneo (siglo II) con estas hermosas palabras: “Donde está la Iglesia, allí está el Espíritu de Dios, y donde está el Espíritu de Dios, allí está la Iglesia y toda gracia, y el Espíritu es la verdad; alejarse de la Iglesia significa rechazar al Espíritu (...) excluirse de la vida” (Adversus haereses III,24,1).

Con el Espíritu Santo tenemos el espíritu de Jesús y entramos en el mundo del amor. Gracias al Espíritu Santo cada bautizado es transformado en lo más profundo de su corazón, es enriquecido con una fuerza especial en el sacramento de la Confirmación, empieza a formar parte del mundo de Dios.

Benedicto XVI explicaba cómo en Pentecostés ocurrió algo totalmente opuesto a lo que había sucedido en Babel (Gen 11,1-9). En aquel oscuro momento del pasado, el egoísmo humano buscó caminos para llegar al cielo y cayó en divisiones profundas, en anarquías y odios. El día de Pentecostés fue, precisamente, lo contrario.

“El orgullo y el egoísmo del hombre siempre crean divisiones, levantan muros de indiferencia, de odio y de violencia. El Espíritu Santo, por el contrario, capacita a los corazones para comprender las lenguas de todos, porque reconstruye el puente de la auténtica comunicación entre la tierra y el cielo. El Espíritu Santo es el Amor” (Benedicto XVI, homilía del 4 de junio de 2006).

Por eso mismo Pentecostés es el día que confirma la vocación misionera de la Iglesia: los Apóstoles empiezan a predicar, a difundir la gran noticia, el Evangelio, que invita a la salvación a los hombres de todos los pueblos y de todas las épocas de la historia, desde el perdón de los pecados y desde la vida profunda de Dios en los corazones.

Pentecostés es fiesta grande para la Iglesia. Y es una llamada a abrir los corazones ante las muchas inspiraciones y luces que el Espíritu Santo no deja de susurrar, de gritar. Porque es Dios, porque es Amor, nos enseña a perdonar, a amar, a difundir el amor.

Podemos hacer nuestra la oración que compuso el Cardenal Jean Verdier (1864-1940) para pedir, sencillamente, luz y ayuda al Espíritu Santo en las mil situaciones de la vida ordinaria, o en aquellos momentos más especiales que podamos atravesar en nuestro caminar hacia el encuentro eterno con el Padre de las misericordias.

“Oh Espíritu Santo,
Amor del Padre, y del Hijo:

Inspírame siempre
lo que debo pensar,
lo que debo decir,
cómo debo decirlo,
lo que debo callar,
cómo debo actuar,
lo que debo hacer,
para gloria de Dios,
bien de las almas
y mi propia santificación.

Espíritu Santo,
dame agudeza para entender,
capacidad para retener,
método y facultad para aprender,
sutileza para interpretar,
gracia y eficacia para hablar.

Dame acierto al empezar,
dirección al progresar
y perfección al acabar.
Amén” (Cardenal Verdier).

Autor: P. Fernando Pascual LC

viernes, 17 de mayo de 2013

Desilusiones y esperanzas

Desilusiones y esperanzas
Desilusiones y esperanzas
Los fracasos llegan. Tarde o temprano, anunciados o por sorpresa.

Tras su llegada, queda en el corazón una sensación más o menos profunda de tristeza: perdimos un amigo, un trabajo, un afecto, un proyecto.

La vida sigue su ritmo. El cielo no detiene sus pasos. La Tierra gira, mientras los pájaros buscan la comida diaria y el Sol se pasea por el horizonte.

Un corazón siente el peso del fracaso. Sobre todo, cuando descubre su miseria, cuando toca su cobardía, cuando desentraña su egoísmo atroz.

Hay momentos en los que sentimos una pena profunda. Parece que la vida no tiene sentido. Seguimos adelante, entonces, casi por inercia, quizá sin saber ni hacia dónde ni cómo.

Cuando la pena ahoga el alma, necesitamos fuerzas y luces para mirar hacia arriba. Más allá de las desilusiones y los fracasos, existe un Dios en quien podemos anclar la propia vida. Hay Alguien que nos ama, a pesar de todo, simplemente, sin condiciones: un Padre es "más Padre" cuando el hijo está más enfermo y necesitado, cuando ha sido mordido por el veneno de la derrota.

Las desilusiones no pueden extinguir el fuego de una esperanza basada en la certeza de Cristo. Si le hemos dejado entrar en nuestras vidas, si le hemos abierto las puertas del alma, quedan siempre motivos para reemprender la lucha, para avanzar hacia metas buenas, para tender la mano humilde a quien nos pide ayuda, aunque sintamos todavía el peso de la pena por las propias faltas.

Las esperanzas dan sentido a cada vida humana. Pequeñas o grandes, como recordaba el Papa Benedicto XVI en su encíclica Spe salvi, las esperanzas son el fuego interior que guía nuestros pasos y nos lanza a conquistas nuevas. También después del mayor de los fracasos: el pecado.

Dios nos espera con su perdón eterno. Nos devolverá la paz del alma y nos lanzará a seguir, llenos de esperanza, en el camino misterioso de la vida humana.

Sufrimientos anticipados

Sufrimientos anticipados
Sufrimientos anticipados

El pronóstico no dejaba lugar a dudas: hoy, mañana y pasado soplaría un viento que daría un toque agradable, casi primaveral, al verano. Después de tres días agradables, llegaría un calor asfixiante que dominaría el panorama por cinco días.

Sí: otra vez vendrá el calor. Una extraña pena envuelve el alma. ¿Seremos capaces de soportarlo? ¿Cómo sobreviviremos cuando lleguen noches en las que reinan un aire cálido y una humedad insoportable?

Mientras, un viento agradable alivia el momento presente. La mirada a lo que va a ocurrir, al calor que llegará en unos días, aparta la atención a ese hoy fresco que Dios nos concede.

Así somos los humanos: el miedo a un dolor que, según parece, llegará, nos impide aprovechar un presente lleno de bellezas maravillosas.

También ocurre, es importante completar el cuadro, que cuando el calor nos asfixia a lo largo del día, pensar que en unos días llegará el fresco produce un alivio importante para el alma.

Si reflexionamos un momento sobre este tipo de expectativas, podremos reconocer, como ya hicieron los antiguos filósofos griegos, que no tiene sentido vivir amargado ante sufrimientos anticipados cuando el presente nos da ribetes de alegría sana y un descanso para el alma. Como tampoco la esperanza de una tregua futura detiene la fuerza aplastante de un calor que nos rodea por todos lados.

Una visión equilibrada de la vida nos permite acometer con serenidad de alma lo que pueda ocurrir en un futuro incierto, y a afrontar el presente con un realismo sano. Desde esa visión, podremos evitar sufrimientos anticipados por hechos futuros que quizá nunca lleguen a nuestra vida, y seremos capaces de vivir el instante presente de un modo más sereno.

De esta manera, aprovecharemos de la mejor manera posible eso que ahora está en nuestras manos, y dejaremos el futuro en las manos de un Dios que sabe lo que es mejor para cada uno de sus hijos.

Abrazando la cruz...para ti mujer

Abrazando la cruz...para ti mujer
Me han dicho que sufres, y que sufres mucho. Que sabías que había dolor en el mundo pero nunca pensaste en que a ti te alcanzaría... ¡Y en qué forma!

Quisiera llegar a tu corazón, mujer que sufres.

En cualquier parte del mundo existe el dolor, y a ti, seas del lugar que seas, te ha alcanzado su dardo. No se quién eres...tal vez la luna ha besado ya tus cabellos dejando en ellos sus rayos de plata y tus ojos tienen la profundidad de la experiencia de una larga vida compuesta de muchas realidades y ya muy pocos sueños...
Tu corazón sufre lo que jamás imaginaste, la amargura sin igual que te ha proporcionado ese hijo o hija en el que pusiste todas tu esperanzas, al que meciste en tus brazos, el que apretaste contra tu corazón para que nadie lo hiriese ¡por el que tanto te sacrificaste! y ahora... tu sola mujer, puedes conocer toda la magnitud de tu dolor.

También puede ser que seas joven, muy joven. Aún esperas, mejor dicho, esperabas mucho de la vida... aún resuenan en tus oídos las notas de aquella marcha nupcial en la mañana radiante en que unías tu vida a la de aquel hombre, que ahora ya, ¡no tienes a tu lado!... o tal vez, y permíteme que te diga que así es más profunda tu tragedia, lo tengas junto a ti y sin embargo la inmensidad de un abismo os separa... tal vez teniéndolo a tu lado te sientes infinitamente sola.

No lo se, quizá tengas el gran dolor de una madre que ve la cuna vacía... Oh, mujer, yo no lo se pero tu si sabes cual es tu historia y por qué te duele tanto el corazón, por qué hay veces que te pesa tanto la vida...

Yo no me atrevo a entrar en tu alma pero me acerco a ti con respeto y cariño. Quisiera llevar hasta ti, no el remedio a tus penas, pero si un poco de serenidad y paz, aún a pesar de tu dolor. Quiero pedirte que seas valiente y que no pierdas tu fe. Si te acercas a un Cristo clavado en una Cruz se abrirán tus ojos, pues no hay dolor como su dolor y que como bien dicen los teólogos de la Verdad: era suficiente solo una gota de sangre, la más ligera humillación, un solo deseo que hubiera brotado de su corazón, para la redención completa de la Humanidad y sin embargo...¡contémplalo! está en la Cruz para que sepas que su corazón te comprende, que pasó por todos tus dolores y más y ese Cristo es tu Dios que muere en un Cruz para que cuando sufras lo tengas muy presente.

Míralo bien. Dile que le das tu corazón herido para que de tus espinas florezcan rosas fragantes que deseas poner en sus llagados pies ¡clavados en la Cruz para esperarte! Se valiente.

Quisiera que grabaras en tu memoria pero sobre todo en tu corazón estas palabras hermosas y llenas de gran sabiduría: "No es el sufrir sino la manera de sufrir, lo que dignifica". Es preciso tratar bien a las espinas ¡más sufre el que las pisa que el que las besa!. Pasa por la vida heroicamente y poniendo tu alma adolorida en el Corazón de Nuestro Señor Jesucristo, hallarás el consuelo que jamás imaginaste.

Quiero que seas valiente y que sonrías...Se que eso cuesta mucho pero aún voy a atreverme a pedirte más: que si hay alguien o algo que tienes que perdonar, que perdones. Perdona a quién robó tu calma, tu felicidad, a quién no tuvo reparo en destrozar tu vida, tus sueños, a quién te hundió en la soledad y el abandono. A quién te hizo mucho daño...¡perdónalo!.

Arranca de tu corazón hasta la más leve sombra de rencor y verás cuánta más luz hay en tu vida. Verás que así te sientes más buena y mucho más valiente para caminar con tu cruz. No lleves tu pesada cruz arrastras, abrázala contra tu corazón, esa cruz pesa mucho ya lo se, pero abrazada a ella ya es diferente y serás la mujer fuerte de la que nos habla el Evangelio, una mujer nueva y total.

¡Que el Señor nos de fuerza a todos, cuando el dolor nos alcanza, para abrazar nuestra cruz!

jueves, 16 de mayo de 2013

Madre mía, que quien me mire, te vea

Madre mía, que quien me mire, te vea
Madre mía, que quien me mire, te vea
María-Teresa, en plena adolescencia, entra a formar parte de la Congregación mariana del Instituto donde realiza sus estudios. Recibe una medalla de la Virgen. Detrás de ella puede escribir una frase, escogida libremente. Después de reflexionar un poco, formula esta breve oración: “Madre mía, que quien me mire, te vea”.

María-Teresa González-Quevedo había nacido en Madrid el 12 de abril de 1930. Su familia vive en la capital de España, y ofrece a la hija y a sus otros dos hijos una buena educación cristiana.

María-Teresa (para muchos, simplemente Teresita) desarrolla una personalidad inquieta, entusiasta y atrevida. Le gusta el tenis y otros deportes. Es alegre, llena de amor por la vida y menos amor por los libros. Cuando tiene 10 años, escribe, con poca ortografía pero con mucha ilusión, esta frase: “[H]E decidido ser santa”.

Su vida empieza a madurar. Hace unos ejercicios espirituales que marcan el rumbo de sus decisiones, sin que pierda nada de su alegría y entusiasmo de siempre. Ingresa a la Congregación mariana y escribe la frase que es el título de este artículo. Un día de mayo, sale de su corazón una súplica especial: “¡Madre mía, dame vocación religiosa!” Luego se asusta de lo que acaba de pedir. A una amiga le confiesa: “¡Mira que si la Virgen me la da de verdad!...”

Dios le susurra que la quiere para Él. Cuando Teresita vuelve a hablar de la vocación con una amiga, ésta le dice: yo quiero viajar y divertirme mientras sea joven, y ya cuando sea anciana entraré en un Convento para asegurarme el cielo. Teresita responde con decisión: “¡Qué tacaña y egoísta! ¡Como que te crees que Jesús te va a admitir ya achacosa, cuando hayas ofrecido lo mejor de tu vida al mundo! Jesús tiene mejor gusto, y quiere como ofrenda la juventud con sus alegrías y sus ilusiones”.

En 1947 Teresita tiene 17 años, y una belleza física muy particular. Los chicos se sienten atraídos por ella, pero notan algo especial que les obliga a respetarla, a tratarla como a alguien que viaja por horizontes más lejanos. Ella lleva en su corazón un propósito firme: seré religiosa. Sueña en las misiones, sueña en China. Su alma añora otros mundos, desea llevar a Cristo a rincones donde no conocen al Maestro.

Habla con su director espiritual, habla con una tía suya, religiosa, para pedir consejo. Reza. Hay que dar la noticia en casa. ¿Cómo decir a papá que tiene vocación? Decide dar la noticia el 7 de enero de 1948. Su padre quiere poner a prueba a su hija: quiere saber si es consciente de lo que dice, si ve que es compatible su carácter alegre con los sacrificios que tendrá que practicar.

Teresita está decidida y dispuesta a aceptarlo todo con tal de decir que sí a Dios. Incluso propone la fecha en la que quiere entrar al Noviciado de las Carmelitas de la Caridad: el 23 de febrero de ese mismo año 1948.

La familia y los amigos muestran su sorpresa. Una chica tan guapa... Hay quien no comprende, hay quien apoya, hay quien calla. Sus padres dan el permiso y dejan vía libre a la acción de Dios. Su hija les ha pedido algo bueno, y no quieren ser ellos un obstáculo para un camino de entrega.

Llega el 23 de febrero. El día anterior había sido claro, sereno. Teresita hubiese querido entrar al Noviciado con el regalo de la nieve, pero parece un sueño imposible. Por la noche, sin embargo, la nieve empieza a caer. Teresa llega a las puertas de su nueva familia mientras la ciudad de Madrid se viste de gala y los petirrojos pueden saltar sobre la capa blanca de la nieve...

Empieza su vida de postulante y novicia. Muchas amigas van a verla, se sienten cautivadas por su alegría, por sus certezas. Descubren que el darse a Dios no es sinónimo de tristeza o de fracaso. Entrevén que quien es generoso con la vocación también puede ser profundamente feliz.

¿Qué quiere Dios de Teresita? Ella desea alcanzar la meta de la santidad de la mano de la Virgen. Escucha y espera. Dios, en mayo de 1949, empieza a revelar sus planes: una extraña fiebre da la alarma, indica que algo no va bien. Después de los análisis, se descubre que la novicia sufre una pleuresía aguda.

En su diario escribe: “Durante la Comunión tenía tantas ganas de entregarme completamente a Jesús para demostrarle cuánto quería amarlo, que me ofrecí como víctima para que hiciera de mí lo que quisiera”. Siente una llamada profunda a confiar, a ponerse en manos de Dios. Dirá a alguna compañera: “Para ser santa el primer paso es la confianza, y después abandonarse en manos de la Virgen, para que Dios haga lo que quiera...”

Prevé que morirá antes de la fecha en la que se declare el dogma de la Asunción de la Virgen. En enero de 1950, Teresita sufre un fuerte dolor de cabeza. Llaman a su padre, que era médico, y diagnostica meningitis tuberculosa: no hay nada que hacer... El mismo Sr. González-Quevedo quiere hacer entender a su hija que está muy mal, que quizá su vida termine muy pronto. Con sorpresa de todos, la novicia reacciona con una especial alegría: sabe que pronto será recibida en el cielo por una Madre que la quiere mucho...

La Maestra de novicias ve a Teresita demasiado segura de ir al cielo. Un día le pregunta: “Pero, si tú no has ganado el Cielo, ¿cómo vas a conseguirlo tan pronto?” La novicia responde con naturalidad: “¡¡Claro que no me lo he ganado!! Pero me lo regalan; ya sabes tú lo del Buen Ladrón. Si Jesús y María, a quienes nunca separo, me lo quieren regalar, ellos son muy dueños”.

El Jueves Santo de ese año sufre un brusco empeoramiento. Todo su cuerpo tiembla, pero sigue musitando en los labios algunas invocaciones marianas. Poco a poco se va apagando, pero todavía puede decir con decisión: “¡Jesús, te amo por los que no te aman!... ¡Madre mía! ¡mil veces morir antes que ofenderte!”

Llega la agonía. Teresita puede repetir algunas oraciones. Al final, da un fuerte grito: “¡Madre mía, ven a recibirme... y llévame contigo al Cielo!” Después, más serena, dice: “Por los que... no te aman...”

Pocos minutos después, deja esta tierra. Es el 8 de abril del Año Santo de 1950.

Lo que ha pasado después de su partida no lo sabemos. Teresita brilló un poco en esta tierra. Con su sonrisa, con su generosidad, con su deseo de ser misionera. Dios llega también hoy a muchos corazones a través de testimonios como el suyo. La Virgen, a la que ella tanto quería, nos enseña que es posible amar también en los momentos de dolor, cuando la enfermedad destruye una vida que parecía prometer tanto, y que, en realidad, ha dado tanto en tan poco tiempo...

(María-Teresa González-Quevedo fue proclamada venerable por Juan Pablo II el 9 de junio de 1983. Hemos tomado la información para este artículo de la siguiente página de internet: http://www.moscati.com/teresita/Esp_Tere1.html).

Joven católica con raro síndrome enseña al mundo de dónde proviene la belleza verdadera

Joven católica con raro síndrome enseña al mundo de dónde proviene la belleza verdadera
Joven católica con raro síndrome enseña al mundo de dónde proviene la belleza verdadera
Lizzie Velásquez no puede ganar peso debido a un extraño síndrome y su apariencia la convirtió en el blanco de las burlas de sus compañeros de escuela que la presentaron como "la mujer más fea del mundo" en Youtube. A sus 23 años, está segura de haber recibido una gran bendición de Dios y se dedica a escribir libros y dar conferencias motivacionales sobre la verdadera belleza.

Las burlas hicieron sufrir a Lizzie pero decidió responder a la crueldad con valor y determinación. Con el amor incondicional de su familia y su profunda fe, Lizzie se trazó varias metas y las va cumpliendo todas. Hace dos meses subió un video testimonial a Youtube en el que asegura que ganó la batalla contra "la mujer más fea".

Lizzie nació en el seno de una familia católica, en Austin, Texas (Estados Unidos), y permanece muy activa en su comunidad y su parroquia.

En una entrevista concedida a ACI Prensa, Velasquez señaló que "Dios es la razón número uno de por qué estoy aquí ahora. Él me bendijo con la bendición más grande de mi vida, que es mi síndrome".

"A pesar de que esto tiene sus dificultades, Dios ha estado a mi lado en cada paso del camino. Mi fe, mi familia y mis amigos son las tres cosas que me han hecho quien soy hoy".

Lizzie asume su condición con entereza. "Hasta este día, los médicos no tienen idea de qué es o cómo llamarlo. Hasta hoy, permanece sin diagnóstico".

El síntoma principal es que no puede ganar peso. "Como casi todo el día, pero aún así no puedo subir de peso. Aparte de eso, no hay realmente otras dificultades con respecto a la salud", precisó Velasquez.

La joven desmintió el "tonto rumor" creado por distintos medios de prensa, que informaron que se ve obligada a comer cada quince minutos.

"No tengo una dieta específica. La verdad es que como muchas pequeñas comidas durante el día".

Lizzie señaló que "me lleno realmente rápido, así que tengo los regulares desayuno, almuerzo y cena. La única diferencia es que entre esas comidas, tiendo a comer mucho más de lo que una persona promedio probablemente haría".

Frente a los obstáculos en su vida, Lizzie encontró en la fe su principal razón para superarlos. "Además de mi familia y mis amigos, la fe es todo para mí. Cuando tengo un mal día, sé que todo lo que tengo que hacer es ponerlo en manos de Dios, y sé que él verá por mí para superar lo que sea".

La joven está segura de que "el primer lugar donde alguien puede encontrar su verdadera belleza es buscando dentro de sí mismos".

"La belleza no es definida como sólo la apariencia externa. La verdadera belleza es quién eres por dentro y quién te hizo Dios que seas".

De acuerdo a Lizzie, para encontrar esa belleza, "el primer paso que tienes que dar es aprender a aceptar quién eres. Aceptando tus imperfecciones, tus buenas cualidades, tu personalidad, ¡todo!"

"Una vez que puedes aceptarte completamente y amarte, tu verdadera belleza brillará más de lo que pudieras haber imaginado que se podía".

La historia de Rolando Rivi, adolescente proclamado mártir por el Papa Francisco

La historia de Rolando Rivi, adolescente proclamado mártir por el Papa Francisco
La historia de Rolando Rivi, adolescente proclamado mártir por el Papa Francisco
MADRID, 15 Abr. 13 /

Entre los decretos de mártires aprobados el 28 de marzo por el Papa Francisco, figura de forma particular el de Rolando Rivi, un seminarista de 14 años asesinado por odio a la fe en 1945 en Italia, a manos de un grupo de partisanos comunistas.

El joven seminarista nació en 1931, en San Valentino (Italia), siendo el segundo hijo de dos granjeros profundamente religiosos, Roberto y Albertina.

Apenas a los 11 años, en 1942, Rolando decidió ingresar al seminario de la villa italiana de Marola. El 1 de octubre de ese año tomó la sotana.

Según recuerdan sus compañeros por aquellos días, el joven los animaba asegurándoles que “un día, con la ayuda de Dios, seremos sacerdotes. Yo seré misionero. Quiero llevar a Jesús a quienes no le conocen”.

“Nuestro deber como sacerdotes es rezar mucho y salvar almas para llevarlas al paraíso”, les decía.

Al invadir los alemanes Italia en 1944, y cerrar el seminario donde estudiaba, Rolando vio truncada su formación sin haber recibido siquiera las órdenes menores. A pesar de esto, el joven no dejó de vestir la sotana durante su apoyo a Acción Católica y catequesis.

Sus padres le rogaban que se quite la sotana, “es mejor que no la utilices”, pues diversos grupos comunistas, dedicados al sabotaje contra los nazis, expresaban también su odio a la Iglesia asesinando a varios sacerdotes en la región.

“¿Por qué? ¿Qué mal hago llevándola?”, preguntaba Rolando ante los pedidos de que deje de usar su vestimenta de seminarista.

“No tengo ninguna razón para dejar de usarlo. Estudio para ser sacerdote y debo vestir en señal de que pertenezco a Jesús”, aseguraba, a pesar de haber recibido ya insultos de partisanos comunistas en su pueblo.

Sin embargo, Rolando aseguraba que “no tengo miedo ni estoy asustado. No puedo esconderme. Pertenezco a Dios”.

A pesar del peligro, el joven continuó ayudando en la parroquia de su pueblo junto al párroco, P. Olinto Marzocchini y al P. Alberto Camellini, quienes también sufrieron agresiones de los comunistas.

El 10 de abril de 1945 tocó el órgano durante la Misa que ofició el P. Marzocchini en la parroquia. Al culminar la Eucaristía, vestido con su sotana, recogió sus cosas y cruzó el bosque que lo separaba de su hogar, al cual nunca logró llegar.

Tras una búsqueda desesperada de tres días, el padre de Rolando, junto al P. Camellini encontraron su cadáver lleno de signos de tortura y martirio.
Según se reveló después, Rolando sufrió durante tres días torturas y humillaciones, con insultos a Dios, Cristo y a la Iglesia.

Los partisanos comunistas comenzaron su tormento contra el joven seminarista quitándole la sotana y golpeándole duramente con un cinturón.
Al terminar con la tortura, los partisanos comunistas lo llevaron entre los árboles, dejando un rastro de sangre tras de sí.

Sus captores le dejaron rezar, pidiendo por sus padres y por sus asesinos. Después, los comunistas le dispararon dos veces, impactándole en la cabeza y cerca del corazón.

Tras semienterrarlo, los asesinos se quedaron con la sotana de Rolando, anudándola para utilizarla como pelota de fútbol.

Rolando fue enterrado formalmente el 29 de mayo, tras la liberación de Italia, recibiendo el homenaje de todos los fieles del pueblo.

Su tumba se convirtió en un lugar de peregrinación y se atribuyeron diversas curaciones a su intercesión.

La Diócesis de Módena (Italia) abrió la causa de beatificación de Rolando en 2006.

Seis años después, la comisión encargada por la Congregación para la Causa de los Santos certificó su muerte como mártir por odio a la fe, que fue decretada por el Papa Francisco.

Jóvenes y tiempo libre: una JMJ frente a las sectas y la magia

Jóvenes y tiempo libre: una JMJ frente a las sectas y la magia
Jóvenes y tiempo libre: una JMJ frente a las sectas y la magia
Publicamos esta nueva aportación de la columna sobre jóvenes y nuevas religiosidades, dirigida por Luis Santamaría del Río, sacerdote experto en nuevas religiosidades y miembro fundador de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES).

El autor es Vicente Jara Vera, dominico seglar, miembro de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES).

* * * * *
Si hablamos de juventud y de sectas, pensamiento mágico, Nueva Era, etc., hemos de profundizar en las actividades que realizan los jóvenes. A veces a los adultos se nos olvida que los jóvenes no usan del tiempo libre o de ocio como nosotros.

En general en todas las encuestas y en todos los países (nos referimos siempre al primer mundo), los jóvenes tienen como primera actividad (1) el salir con los amigos, siendo la segunda (2) el escuchar música. A partir de este dato se producen las variaciones, pues los varones apuntan en tercer lugar (3) el deporte, que suele ser también grupal preferentemente. La siguiente actividad más demandada por los jóvenes (4) está en el consumo de TV, Internet y juegos virtuales (consola u ordenador). Los últimos puestos quedan para la lectura (5) y el no hacer nada (6) (que no es una actividad baladí e inútil, pues en el joven, y por su peculiar desarrollo que está viviendo, el tiempo que dedica a sí mismo, ya sea al descanso, como al pensar sobre sí, es de importancia capital para entenderse él mismo y el proceso adolescente y de madurez que está viviendo). Y estos datos se mantienen en todos los países europeos y del continente americano, así como en el Asia desarrollada, con variaciones propias según particularidades propias, pero que nos sirve de estimación.

Ahondando en lo dicho, las encuestas muestran también que la dedicación a la lectura (libros, revistas, periódicos) es la que más ha sufrido el retroceso debido a la incorporación reciente de Internet, el teléfono móvil, la mensajería instantánea, los chats o los iPods y similares, pues la TV ya era un elemento presente en los ámbitos familiares desde hacía varias décadas. El desplazamiento se ha movido en estas franjas, perdiendo en aquella –lectura (5) – para ganar en estas –Internet y telefonía (4)–, lo cual es normal, porque estas actividades potencian las áreas más demandadas por los jóvenes, que es hablar, relacionarse, escribirse, chatear, o sea, estar con los amigos (1), y escuchar música (2).

Por otro lado, en el uso de Internet, los estudios realizados nos muestran que su uso se dirige hacia la búsqueda de información para realizar trabajos de sus estudios (que descartamos en este artículo por referirnos al tiempo libre), y al uso del email, el chat, y todas las redes sociales, preferentemente. Los juegos en red están pasando desde el ordenador a las consolas. También se usa masivamente el ordenador para ver películas y descargarse y oír música. Además está presente el uso de Internet para buscar información sobre temas de sexualidad; o los temas deportivos entre los varones, y las consultas en las chicas hacia las páginas de sociedad, apoyo emocional, belleza o dietética.

En definitiva, la juventud se muestra como juventud y sus prioridades son claras. Están aprendiendo a ser adultos e intentan responder a todos los cambios que están sufriendo del modo que mejor creen.

Las sectas, el pensamiento mágico, el esoterismo y la Nueva Era atacan a los jóvenes sobre todo en los aspectos emotivos y de grupo, y muchísimo menos en los aspectos intelectuales y de ideales, aunque también se dan estos casos, pero mayoritariamente la potencial debilidad del joven medio está en lo grupal. El grupo y la socialización, el sentirse querido y aceptado es fundamental para el joven, que está cambiando rápidamente y está adaptándose a su nueva vida de adulto. Si el joven no logra encontrar lo que demanda de manera natural, será fácilmente asaltado con la oferta de grupos sectarios que le ofrecerán un grupo de falsos amigos (que le engañarán desde los dictados del líder sectario) a los que agarrarse, o bien acudirá a refugiarse en el pensamiento mágico de la Nueva Era soñando ser un caballero o una princesa que la vida y el entorno le niegan de continuo, llegando quizás a enredarse en un vamos-a-probar algún recurso a la magia para que la suerte cambia a su favor.

La Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) es un encuentro de jóvenes con jóvenes, y eso es importante para ellos. Es bueno que los jóvenes se encuentren, que conozcan a otros jóvenes, con los que después seguirán manteniendo contacto por Internet, chateando, escribiendo y compartiendo en las redes sociales... Es bueno que haya ambiente lúdico, festivo y musical, pues esto es de importancia absoluta para el joven. Música para jóvenes, festivales para jóvenes. Además ha de darse respuesta a lo que los jóvenes demandan, buscan, se preguntan, ansían, y hablarles sin tapujos, directamente, sin florituras, como hablan ellos, que lo entiendan.

Y por último, y modelando todo lo dicho en el anterior párrafo del que se nutre, sobre todo la JMJ es encuentro con Cristo, con Dios, con la Respuesta, pues Cristo es la Verdad, y en Él está todo consuelo, Él es quien nos entiende y comprende, quien comprende a los jóvenes; Dios se hizo hombre, y también fue un joven de Nazaret, sabe lo que es ser un joven. Y Dios quiere al joven como es, con locura, como nadie les ha amado ni nadie les amará jamás, tal y como es, sin mirar si se acerca más o menos a un ídolo de la música, del deporte o de la televisión, o si tiene las perfecciones anatómicas que consigue el Photoshop.

miércoles, 15 de mayo de 2013

EL OASIS


Un joven llegó al borde de un oasis contiguo a un pueblo y acercándose a un anciano le preguntó:
-¿Qué clase de persona vive en este lugar?.
-¿Qué clase de persona vive en el lugar de donde tú vienes?, preguntó a su vez el anciano.
-"Oh, un grupo de egoístas y malvados, replicó el joven- estoy encantado de haberme ido de allí".
A lo cual el anciano contestó:
-" Lo mismo vas a encontrar aquí".

Ese mismo día, otro joven se acercó a beber agua al oásis y viendo al anciano, preguntó:
-¿Qué clase de personas viven en este lugar?.
El viejo respondió con la misma pregunta:
-¿Qué clase de personas viven en el lugar de donde tú vienes?.
-"Un magnífico grupo de personas, honestas, amigables, hospitalarias, me duele mucho haberlos dejado".
-"Lo mismo encontrarás aquí", respondió el anciano.

Un hombre que había oído ambas conversaciones preguntó al viejo:
-¿Cómo es posible dar dos respuestas diferentes a la misma pregunta?.


A lo cual el viejo respondió:
-"Cada cual lleva en su corazón el medio ambiente donde vive. Aquel que no encontró nada nuevo en los lugares donde estuvo, no podrá encontrar otra cosa aquí. Aquel que encontró amigos allá, podrá encontrar también amigos aquí, porque a decir verdad, tu actitud mental es lo único en tu vida sobre lo cual puedes mantener control absoluto".

Siempre que tengas una actitud positiva hallarás la verdadera riqueza de la vida. Si miras dentro de tí sabrás que posees una gran fortaleza para entregar y para descubrir todas las cosas buenas en los demás.

¡Qué siempre encuentres un oasis de paz!



ESTOY SIEMPRE CONTIGO

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¿Me necesitas? Estoy aquí contigo.

No puedes verme, sin embargo soy la luz que te permite ver

No puedes oírme, sin embargo hablo a través de tu voz.

No puedes sentirme, sin embargo soy el poder que trabaja en tus manos.

Estoy trabajando en ti, aunque desconozcas Mis senderos.

Estoy trabajando, aunque no reconozcas Mis obras.

No soy una visión extraña. No soy un misterio.

Sólo en silencio absoluto, más allá del "yo" que aparentas ser

puedes conocerme, y entonces sólo como un sentimiento y como Fe.

Todavía estoy aquí contigo, Todavía te oigo.

Todavía te contesto.

Aunque me niegues, estoy contigo.

En los momentos en que más solo crees encontrarte, Yo estoy contigo.

Aún en tus temores, estoy contigo.

Aún en tu dolor, estoy contigo.

Estoy contigo cuando oras y cuando no oras.

Estoy en ti y tu estás en Mí.

Sólo en tu mente puedes sentirte separado de Mí, pues sólo en tu

mente están las brumas de "lo tuyo" y "lo mío".

Sin embargo, tan solo con tu mente puedes conocerme y sentirme.

Vacía tu corazón de temores ignorantes.

Cuando quites el "yo" de en medio, estoy contigo.

Por ti mismo no puedes hacer nada, pero Yo todo lo puedo.

Yo estoy en todo.

Aunque no puedas ver bien, el bien está allí, pues Yo estoy allí.

Sólo en Mí el mundo tiene significado; sólo de Mí toma el mundo forma;

Sólo por Mí el mundo sigue adelante

Soy la ley en la cual descansa el movimiento de las estrellas y el

crecimiento de toda célula viva.

Soy el amor que es el cumplimiento de la ley.

Soy seguridad, Soy paz

Soy unificación, Soy la ley por la cual vives.

Soy el amor en el que puedes confiar. Soy tu seguridad.

Soy tu paz, Soy uno contigo, YO SOY.

Aunque falles en encontrarme, Yo nunca dejo de encontrarte.

Aunque tu fe en Mi es insegura. Mi fe en ti nunca flaquea

Porque te conozco, porque te amo.

Mi bien amado, estoy aquí, contigo.
 
Texto aportado por Yanira C.