miércoles, 19 de marzo de 2014

LA VACUNA CONTRA EL CÁNCER


Es increíble la cantidad de gente que pide oración por tumores malignos que sufren niños y adultos, hombres y mujeres. Es como si la enfermedad se extendiera cada vez más, como siguiendo un invisible hilo conductor que va anudando a toda la humanidad. Sin embargo, pocos piden oración por tumores del alma, tumores espirituales, que también se derraman sobre el mundo como una catarata de lodo que enturbia y oscurece, ahoga y mata.

Alguien me dijo una vez que es preferible tener un cáncer en el cuerpo, y no en el alma. Para mucha gente ésta frase sonará extraña, porque se conoce muy bien el cáncer de la carne, sin embargo es bastante desconocido el cáncer espiritual, en sus alcances y consecuencias. Nuestra pobre alma, a pesar de que nuestro cuerpo goce de vida plena, puede estar muerta, muerta a la Gracia. Por eso es que una conversión es siempre el milagro más grande, porque es simplemente una resurrección de nuestra alma, una vuelta a la vida de Gracia. Como nuestro cuerpo tiene vida, también nuestra alma la tiene, cuerpo y alma no pueden ser vistos por separado. Así se ve a muchas gentes que caminan y viven, pero sin embargo tienen el alma vacía, mortecina. Los cánceres espirituales han ido ahogando a esas almas, hasta quitarles toda vida, toda luz y mirada espiritual. Gente que vive una vida vacía, sin Dios, sin un pensamiento o movimiento hacia el deseo de amarlo, de reconocerlo, de agradarle, de conocer y hacer Su Voluntad.

El alma, igual que el cuerpo, debe ser alimentada con cuidado, y cuidada en forma diaria. Si al cuerpo se le da comida basura durante bastante tiempo, se enferma. Igual con el alma, sólo que la comida basura en este caso es lo que se ve en televisión, lo que se lee, lo que se aprende teniendo malas amistades. Si el cuerpo respira humo de cigarrillo, enferma en sus pulmones. Si el alma respira el humo de Satanás, pierde la capacidad de respirar el aire puro que trae el soplo del Espíritu Santo. Tumores que responden al propio descuido del hombre, a su falta de amor por su cuerpo, y su alma.

Cuando el cáncer ataca el cuerpo, y el alma está viva y saludable en la Gracia del Señor, se produce una unión con Dios en la seguridad del destino de gozo que esa alma tiene. La persona sufre miedos, dolores y tristezas humanas, pero una alegría espiritual envuelve su alma, en la visión anticipada del desposorio espiritual que se avecina. Cuando el cáncer ataca el alma, y el cuerpo está vivo y saludable, es poco lo que se nota a nivel humano. Sin embargo, esa persona está en peligro mortal, sujeta al riesgo supremo de que su cuerpo muera con su alma en ese estado, sin haber resucitado antes del tránsito ¡Difícil imaginar una situación más desesperante! Si, desesperante, porque esta alma no tiene esperanza, no se ha abierto a la Gracia que garantiza la promesa del Reino, más allá de las desventuras humanas que le toquen vivir.

Y finalmente, cuando el cáncer ataca cuerpo y alma a la vez, la persona se enoja con la vida, con Dios, con quienes la rodean. Por supuesto, si no hay esperanza, sólo queda la desesperación. Hay que dar ayuda a estas almas, para sanar el cáncer del cuerpo, pero fundamentalmente el del alma. Que en el dolor y la enfermedad la persona reconozca y recupere a Dios. Si el alma resucita, y la persona vuelve a sonreírle, a llorar, a pedirle, podrá pasar cualquier cosa al cuerpo, pero el alma estará salvada para toda la eternidad.

Hay muchas personas que sólo piensan en fiestas en las que todos beben, todos fuman, todos se adormecen con música que atonta. La publicidad nos vende un mundo de almas muertas. Veo la imagen de cuerpos vacíos, que se mueven y hablan, pero están vacíos espiritualmente. Estos cánceres espirituales son invisibles a los ojos humanos, como muchos tumores malignos del cuerpo también lo son. Hace falta buen diagnóstico para reconocerlos, a tiempo, y proceder a la terapia que intente una cura. Pero, irremediablemente, sin una cura efectiva ambos conducen a la muerte.

Mientras tanto, los cristianos tenemos la vacuna contra el cáncer espiritual guardada en nuestra casa, y no la damos a los enfermos ¡Tenemos la cura y no la compartimos con los demás! Para hacer las cosas más ridículas aún, ni siquiera usamos la vacuna en nosotros mismos. Nos estamos muriendo y la tenemos guardada allí, sin que nadie la utilice. Muchas veces tenemos ante nuestros ojos a nuestros propios hijos muriéndose de cáncer del alma, y ni siquiera movemos un dedo para darles la medicina. Somos tan necios, que pese a haber sido educados como médicos del alma, discípulos del Medico Salvador, no ejercemos la profesión de la que fuimos investidos en el Bautismo.

Está claro que es preferible un cáncer del cuerpo, que no mata el alma, y no un cáncer espiritual, que trae acarreada la muerte eterna. Un cáncer del cuerpo puede ser, en cambio, la puerta a la resurrección del alma. La medicina está a nuestro alcance: es la Palabra de Dios, Palabra de Amor que envuelve a todo el universo, que resucita y da vida, vida eterna.


JAVIER.

LA VIDA Y EL ABORTO


 

Toda vida es la vida de Dios que se hace presente entre nosotros, aún en un niño que todavía no ha nacido. Nadie tiene derecho a levantar su mano para segarla.

Yo imagino que el grito de esos pobrecitos que son asesinados antes de nacer debe llegar hasta Dios.
Toda vida pertenece a Dios, y si Jesús nos dijo que éramos más importantes a los ojos de su Padre que todo lo creado, y Él cuida eso, cuánto más cuidará de nosotros! El aborto va en contra del mandamiento del amor.

El aborto mata la paz del mundo...Es el peor enemigo de la paz, porque si una madre es capaz de destruir a su propio hijo, ¿qué me impide matarte? ¿Qué te impide matarme? Ya no queda ningún impedimento.

A todos los jóvenes les digo: Ustedes son el futuro de la vida familiar; son el futuro de la alegría de amar. Mantengan la pureza, mantengan ese corazón, ese amor, virgen y puro, para que el día en que se casen puedan entregarse el uno al otro, algo realmente bello: la alegría de un amor puro.

Pero, si llegaran a cometer un error, les pido que no destruyan al niño, ayúdense mutuamente a querer y a aceptar a ese niño que aún no ha nacido. No lo maten, porque un error no se borra con un crimen. La vida del fruto de ese amor pertenece a Dios, y ustedes tienen que protegerla, amarla y cuidarla. Porque ese niño ha sido creado a imagen y semejanza de Dios y es un regalo de Dios.

La vida de cada ser humano, como que ha sido creación de Dios, es sagrada y de infinito valor, porque El nos ha creado a todos nosotros, incluso al niño recién concebido. La imagen de Dios está en ese niño que aún no ha nacido.

Por eso, pienso que aquellas naciones que destruyen la vida legalizando el aborto son las más pobres, porque temen alimentar a un niño más y, por eso, agregan un cruel asesinato más a este mundo.
En Calcuta tratamos de combatir el aborto mediante la adopción. Me gustaría abrir muchos de estos centros para niños en los países que han aceptado el aborto. En los que tenemos por toda la India nunca tuvimos que rechazar a ningún niño, y todos están felices en sus nuevos hogares.

Es maravilloso pensar que Dios ha creado a cada niño. Leemos en las Escrituras que Dios nos dice: "Aún si una madre llegara a olvidar a su hijo, yo no te olvidaré. Te llevo grabado en la palma de mi mano. Eres valioso para mí. Y te he llamado por tu nombre."

Estoy convencida de que los gritos de los niños cuyas vidas han sido truncadas antes de su nacimiento, hieren los oídos de Dios.

Muchos se manifiestan preocupadísimos por los niños de la India o por los de África, donde tantos mueren, sea por desnutrición, hambre o lo que fuera. Pero hay millones deliberadamente eliminados por el aborto.
Por eso elevo mi voz en la India y en todas partes; hagamos que todo niño, nacido o no, sea un niño deseado. El aborto va en contra del mandamiento del amor.

Creo que si los países ricos permiten el aborto, son los más pobres y necesitan que recemos por ellos porque han legalizado el homicidio.

Jesús entregó su vida por amor a nosotros. Así, una madre que está pensando en abortar debería ser ayudada a amar; es decir, a poner en segundo lugar sus proyectos y su tiempo libre, y a respetar la vida de su hijo. También el padre del niño, quien quiera que sea, debe mostrarse disponible.
Todo país que acepta el aborto es porque su gente no ha aprendido a amar, sino que recurre a la violencia para obtener lo que quiere.

Jesús dijo: "El que recibe a un niño como éste en mi nombre, a mí me recibe." Al adoptar un niño, esas parejas reciben a Jesús; por el contrario, al abortar, rechazan a Jesús.
Por favor no matéis a los niños, yo los quiero. Con mucho gusto acepto todos los niños que morirían a causa del aborto.

El aborto empobrece a la gente desde el punto de vista espiritual; es la peor pobreza y la más difícil de superar.
Cuando le dicen a la Madre Teresa que hay demasiadas criaturas en la India, ella responde: ¿Piensa usted que hay demasiadas flores en el campo? ¿Demasiadas estrellas en el cielo? Mire a esta niña, es portadora de la vida; ¿no es una maravilla? ¿Cómo no quererla?

El aborto es un homicidio en el vientre de la madre. Una criatura es un regalo de Dios. Si no quieren a los niños, dénmelos a mí.




Madre Teresa de Calcuta

martes, 18 de marzo de 2014

Cuaresma 2014: El tiempo de la conversión personal y pastoral: “Convertíos y creed en el Evangelio”

El domingo III del Tiempo Ordinario el texto evangélico nos presentaba el inicio de la predicación del Señor: “convertíos, el reino de Dios esta cerca”.  Esta llamada a la conversión se transforma en una invitación para el tiempo de la santa Cuaresma que iniciamos.
 Este tiempo sacro comienza con una clara súplica a Dios: “Señor, fortalécenos con tu auxilio al empezar la Cuaresma, para que nos mantengamos en espíritu de conversión; que la austeridad penitencial de estos días nos ayude en el combate cristiano contra las fuerzas del mal.” (miércoles ceniza, or. colecta). ¿Cuál es la razón de esta petición ferviente a Dios?: el tener conciencia clara de que la vida del discípulo tiene en Dios su fuente, y debe de tender hacía Él, como su fin. Para ello es necesario vivir la vida de discípulo en actitud de conversión.
 Conversión confiada en el amor misericordioso de nuestro Padre Dios, también en la fase previa de la santa Cuaresma se lo decimos: “Dios todopoderoso y eterno, mira compasivo nuestra debilidad y para protegernos extiende sobre nosotros tu mano poderosa.” (sábado después de ceniza, or. Colecta).
 ¿Cómo concretamos nuestra conversión este año?:
El Papa Francisco en su mensaje para la cuaresma nos ofrece pistas. Lo hace bajo el lema: “Se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza.” (cfr. 2 Cor 8, 9).  El santo Padre nos invita a la santa Cuaresma con estas palabras: “El Apóstol se dirige a los cristianos de Corinto para alentarlos a ser generosos y ayudar a los fieles de Jerusalén que pasan necesidad. ¿Qué nos dicen, a los cristianos de hoy, estas palabras de san Pablo? ¿Qué nos dice hoy, a nosotros, la invitación a la pobreza, a una vida pobre en sentido evangélico?”
Una llamada a la conversión de nuestro testimonio como discípulos. Llamada concretada, por el Papa Francisco, en el signo del amor. Vivencia personal y eclesial del amor de Dios Padre, y expresión de esa vivencia en signos concretos de amor. Tal como el Papa quiere invitarnos a entender este amor de Dios:
La razón de todo esto es el amor divino, un amor que es gracia, generosidad, deseo de proximidad, y que no duda en darse y sacrificarse por las criaturas a las que ama. La caridad, el amor es compartir en todo la suerte del amado. El amor nos hace semejantes, crea igualdad, derriba los muros y las distancias. Y Dios hizo esto con nosotros.”
 Si a lo largo de nuestra existencia tenemos el gran don de vivir, de comprender esta vivencia del amor de Dios estaremos entrando en el Misterio, y seremos capaces de transmitir a los demás amor, pero el amor de Dios. Esto implica una actitud en nuestro corazón. Ya el año pasado el santo Padre nos decía: “hermanos y hermanas, no nos cerremos a la novedad que Dios quiere traer a nuestras vidas. ¿Estamos acaso con frecuencia cansados, decepcionados, tristes; sentimos el peso de nuestros pecados, pensamos no lo podemos conseguir? No nos encerremos en nosotros mismos, no perdamos la confianza, nunca nos resignemos: no hay situaciones que Dios no pueda cambiar, no hay pecado que no pueda perdonar si nos abrimos a él.” (homilía de la Vigilia Pascual, 2013).
 Conversión es desterrar de nuestro corazón la cerrazón a Dios, y dejar que El sea el protagonista en nuestras vidas. La santa Cuaresma nos ofrece un camino sugerente, y con pasos muy concretos:
 1.       Aceptar que Dios tome posesión de mi ser. Humildemente nos acercarnos al sacerdote y recibimos la ceniza en nuestras cabezas. “Convertíos,  y creed en el evangelio” nos dice el sacerdote. Y cada uno, en su corazón responde: Señor, ten misericordia y haz de mi un instrumento de tu amor.
 2.       Asumir actitudes, y preparar nuestra personal cuaresma: “que la austeridad exterior que practicamos vaya siempre acompañada por la sinceridad de corazón.”  (or. Colecta viernes después de ceniza). Expresar el camino cuaresmal con signos concretos de amor.
 3.       Cristo, el Señor es tentado. Como Pueblo santo escuchamos ese texto, y como hijos suplicamos: misericordia, Señor, hemos pecado. Pero una súplica que nace de un corazón confiado en el Amor, por ello somos capaces de reconocer que solamente desde la Palabra viva de Dios podemos reconstruir nuestro ser de discípulos. En el camino cuaresmal la lectura meditativa de la Palabra de Dios es un momento esencial.
4.       El Transfigurado nos llama a cada uno, y nos llama a participar de su misión. En el segundo domingo la Iglesia pide al Padre:  alimenta nuestro espíritu con tu palabra” (or. Colecta II Domg).
5.       Llenos de esperanza, de confianza, abierto el corazón a la Palabra y siendo sinceros con Dios y con nosotros mismos ponemos la mirada en la gran Noche Pascual, y hacemos el esfuerzo de escribir nuestra personal historia de salvación. Reconocer la mano de Dios, reconocer los apoyos divinos, reconocer los apoyos humanos que Él nos ha puesto en nuestro caminar diario. Pero también, con sinceridad profunda reconocer nuestro ser pecador, como hemos impedido la acción de Dios en nuestra vidas. No olvidemos las palabras del Salmo 94: “ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: “No endurezcáis vuestro corazón”.
6.       El perdón de Dios se expresará acercándonos al sacramento de n la Penitencia. Paso necesario para vivir en plenitud los Misterios de la fe que celebramos en los días santos. Contemplaremos al Señor a los pies de los apóstoles; en el suplicio de la Cruz redentora y en la Luz profunda del Cirio Pascual.
Y entonces, agarrados a esa Luz Pascual, seremos capaces de decir: Si, creo, Señor.  Vendrán anuestros labios las palabras del salmista:   “El Señor es mi luz y mi salvación” (salmo 26).
                En esta Noche de luz, invocando la intercesión de la Virgen María, que guardaba todos estas cosas en su corazón (cf. Lc 2,19.51), pidamos al Señor que nos haga partícipes de su resurrección: nos abra a su novedad que trasforma, a las sorpresas de Dios, tan bellas; que nos     haga hombres y mujeres capaces de hacer memoria de lo que él hace en nuestra historia personal y la del mundo; que nos haga capaces de sentirlo como el Viviente, vivo y actuando en      medio de nosotros; que nos enseñe cada día, queridos hermanos y hermanas, a no buscar entre los muertos a Aquel que vive.”
                                                                              (Papa Francisco, Vigilia Pascual 2013)
 
 

miércoles, 5 de marzo de 2014

Miércoles de Ceniza: el inicio de la Cuaresma

Miércoles de Ceniza:  el inicio de la Cuaresma
Miércoles de Ceniza: el inicio de la Cuaresma


La imposición de las cenizas nos recuerda que nuestra vida en la tierra es pasajera y que nuestra vida definitiva se encuentra en el Cielo.

La Cuaresma comienza con el Miércoles de Ceniza y es un tiempo de oración, penitencia y ayuno. Cuarenta días que la Iglesia marca para la conversión del corazón.

Las palabras que se usan para la imposición de cenizas, son:

  • “Concédenos, Señor, el perdón y haznos pasar del pecado a la gracia y de la muerte a la vida”
  • “Recuerda que polvo eres y en polvo te convertirás"
  • “Arrepiéntete y cree en el Evangelio”.
    Origen de la costumbre

    Antiguamente los judíos acostumbraban cubrirse de ceniza cuando hacían algún sacrificio y los ninivitas también usaban la ceniza como signo de su deseo de conversión de su mala vida a una vida con Dios.

    En los primeros siglos de la Iglesia, las personas que querían recibir el Sacramento de la Reconciliación el Jueves Santo, se ponían ceniza en la cabeza y se presentaban ante la comunidad vestidos con un "hábito penitencial". Esto representaba su voluntad de convertirse.

    En el año 384 d.C., la Cuaresma adquirió un sentido penitencial para todos los cristianos y desde el siglo XI, la Iglesia de Roma acostumbra poner las cenizas al iniciar los 40 días de penitencia y conversión.

    Las cenizas que se utilizan se obtienen quemando las palmas usadas el Domingo de Ramos de año anterior. Esto nos recuerda que lo que fue signo de gloria pronto se reduce a nada.

    También, fue usado el período de Cuaresma para preparar a los que iban a recibir el Bautismo la noche de Pascua, imitando a Cristo con sus 40 días de ayuno.

    La imposición de ceniza es una costumbre que nos recuerda que algún día vamos a morir y que nuestro cuerpo se va a convertir en polvo.Nos enseña que todo lo material que tengamos aquí se acaba. En cambio, todo el bien que tengamos en nuestra alma nos lo vamos a llevar a la eternidad. Al final de nuestra vida, sólo nos llevaremos aquello que hayamos hecho por Dios y por nuestros hermanos los hombres.

    Cuando el sacerdote nos pone la ceniza, debemos tener una actitud de querer mejorar, de querer tener amistad con Dios. La ceniza se le impone a los niños y a los adultos.

    Significado del carnaval al inicio de la Cuaresma

    La palabra carnaval significa adiós a la carne y su origen se remonta a los tiempos antiguos en los que por falta de métodos de refrigeración adecuados, los cristianos tenían la necesidad de acabar, antes de que empezara la Cuaresma, con todos los productos que no se podían consumir durante ese período (no sólo carne, sino también leche, huevo, etc.)

    Con este pretexto, en muchas localidades se organizaban el martes anterior al miércoles de ceniza, fiestas populares llamadas carnavales en los que se consumían todos los productos que se podrían echar a perder durante la cuaresma.

    Muy pronto empezó a degenerar el sentido del carnaval, convirtiéndose en un pretexto para organizar grandes comilonas y para realizar también todos los actos de los cuales se "arrepentirían" durante la cuaresma, enmarcados por una serie de festejos y desfiles en los que se exaltan los placeres de la carne de forma exagerada, tal como sigue sucediendo en la actualidad en los carnavales de algunas ciudades, como en Río de Janeiro o Nuevo Orleans.

    El ayuno y la abstinencia

    El miércoles de ceniza y el viernes santo son días de ayuno y abstinencia. La abstinencia obliga a partir de los 14 años y el ayuno de los 18 hasta los 59 años. El ayuno consiste hacer una sola comida fuerte al día y la abstinencia es no comer carne. Este es un modo de pedirle perdón a Dios por haberlo ofendido y decirle que queremos cambiar de vida para agradarlo siempre.

    La oración

    La oración en este tiempo es importante, ya que nos ayuda a estar más cerca de Dios para poder cambiar lo que necesitemos cambiar de nuestro interior. Necesitamos convertirnos, abandonando el pecado que nos aleja de Dios. Cambiar nuestra forma de vivir para que sea Dios el centro de nuestra vida. Sólo en la oración encontraremos el amor de Dios y la dulce y amorosa exigencia de su voluntad.

    Para que nuestra oración tenga frutos, debemos evitar lo siguiente:

    La hipocresía: Jesús no quiere que oremos para que los demás nos vean llamando la atención con nuestra actitud exterior. Lo que importa es nuestra actitud interior.
    La disipación: Esto quiere decir que hay que evitar las distracciones lo más posible. Preparar nuestra oración, el tiempo y el lugar donde se va a llevar a cabo para podernos poner en presencia de Dios.
    La multitud de palabras: Esto quiere decir que no se trata de hablar mucho o repetir oraciones de memoria sino de escuchar a Dios. La oración es conformarnos con Él; nuestros deseos, nuestras intenciones y nuestras necesidades. Por eso no necesitamos decirle muchas cosas. La sinceridad que usemos debe salir de lo profundo de nuestro corazón porque a Dios no se le puede engañar.

    El sacrificio

    Al hacer sacrificios (cuyo significado es "hacer sagradas las cosas"), debemos hacerlos con alegría, ya que es por amor a Dios. Si no lo hacemos así, causaremos lástima y compasión y perderemos la recompensa de la felicidad eterna. Dios es el que ve nuestro sacrificio desde el cielo y es el que nos va a recompensar. “Cuando ayunéis no aparezcáis tristes, como los hipócritas que desfiguran su rostro para que los hombres vean que ayunan; en verdad os digo, ya recibieron su recompensa. Tú cuando ayunes, úngete la cabeza y lava tu cara para que no vean los hombres que ayunas, sino Tu Padre, que está en lo secreto: y tu padre que ve en lo secreto, te recompensará. “ (Mt 6,6)”

    Conclusión

    Como vemos, la ceniza no es un rito mágico, no nos quita nuestros pecados, para ello tenemos el Sacramento de la Reconciliación. Es un signo de arrepentimiento, de penitencia, pero sobre todo de conversión. Es el inicio del camino de la Cuaresma, para acompañar a Jesús desde su desierto hasta el día de su triunfo que es el Domingo de Resurrección.

    Debe ser un tiempo de reflexión de nuestra vida, de entender a donde vamos, de analizar como es nuestro comportamiento con nuestra familia y en general con todos los seres que nos rodean.

    En estos momentos al reflexionar sobre nuestra vida, debemos convertirla de ahora en adelante en un seguimiento a Jesús, profundizando en su mensaje de amor y acercándonos en esta Cuaresma al Sacramento de la Reconciliación (también llamado confesión), que como su nombre mismo nos dice, representa reconciliarnos con Dios y sin reconciliarnos con Dios y convertirnos internamente, no podremos seguirle adecuadamente.

    Está Reconciliación con Dios está integrada por el Arrepentimiento, la Confesión de nuestros pecados, la Penitencia y finalmente la Conversión.

    El arrepentimiento debe ser sincero, reconocer que las faltas que hemos cometido (como decimos en el Yo Pecador: en pensamiento, palabra, obra y omisión), no las debimos realizar y que tenemos el firme propósito de no volverlas a cometer.

    La confesión de nuestros pecados.- el arrepentimiento de nuestras faltas, por sí mismo no las borra, sino que necesitamos para ello la gracia de Dios, la cual llega a nosotros por la absolución de nuestros pecados expresada por el sacerdote en la confesión.

    La penitencia que debemos cumplir empieza desde luego por la que nos imponga el sacerdote en el Sacramento de la Reconciliación, pero debemos continuar con la oración, que es la comunicación íntima con Dios, con el ayuno, que además del que manda la Iglesia en determinados días, es la renuncia voluntaria a diferentes satisfactores con la intención de agradar a Dios y con la caridad hacia el prójimo.

    Y finalmente la Conversión que como hemos dicho es ir hacia delante, es el seguimiento a Jesús.

    Es un tiempo de pedir perdón a Dios y a nuestro prójimo, pero es también un tiempo de perdonar a todos los que de alguna forma nos han ofendido o nos han hecho algún daño. Pero debemos perdonar antes y sin necesidad de que nadie nos pida perdón, recordemos como decimos en el Padre Nuestro, muchas veces repitiéndolo sin meditar en su significado, que debemos pedir perdón a nuestro Padre, pero antes tenemos que haber perdonado sinceramente a los demás.

    Y terminemos recorriendo al revés nuestra frase inicial, diciendo que debemos escuchar y leer el Evangelio, meditarlo y Creer en él y con ello Convertir nuestra vida, siguiendo las palabras del Evangelio y evangelizando, es decir transmitiendo su mensaje con nuestras acciones y nuestras palabras.
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    Autor: Tere Fernández del Castillo / Luis Gutiérrez | Fuente: Catholic.net

    sábado, 1 de marzo de 2014

    El significado de la bendición

     
    Cuando alguien te dice ´QUE DIOS TE BENDIGA´ no solo te está deseando lo mejor para ti, sino que también esta actuando en favor suyo. Pues cuando bendices a alguien también atraes el favor de Dios hacia ti.

    El efecto de la Bendición es multiplicador, ya que es dado por Dios a sus Hijos.

    ¡¡¡BENDICIONES!!!

    La bendición invoca el apoyo activo de Dios para el bienestar de la persona, habla del agradecimiento, implica salud, provisión y felicidad en la persona que recibe buenos deseos de nuestra parte.

    La bendición comienza en el hogar, en las relaciones de padres e hijos. Los niños que reciben el regalo de la bendición de parte de sus padres, tienen un buen comienzo espiritual y emocional en la vida.

    Reciben un firme fundamento de amor y aceptación. Este principio también se aplica a la íntima relación de pareja. Las amistades se profundizan y fortalecen, la hermandad de las Iglesias se incrementa, trayendo compañerismo, sanidad y esperanza a muchos que nunca han recibido una palabra de bendición.

    EL poder de la vida y la muerte está en la Palabra. Al bendecir, se otorga vida, no sólo al que recibe la bendición, sino también al que la da.

    Por eso, hoy te bendigo, mi bendición va para ti, porque al bendecirte de todo corazón, me bendigo a mí mismo. Reparte bendiciones donde vayas, no sólo de palabras, sino de hechos. Ellas volverán a ti, cuando menos lo esperes. En general, la persona que vive en la
    presencia de Dios, amándole y obedeciéndole, goza de la bendición divina siempre.


    DIOS TE LLENE DE BENDICIONES