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| ¿De qué sirve tanto 
luchar? |  
 
En inglés tienen una frase que lo dice 
todo: “easy comes, easy goes”, o sea, fácil viene, fácil se va. Vemos cómo la 
depresión abate despiadadamente los que lo tienen “todo”, y la melancolía es 
parte triste de sus vidas, al comprobar lastimosamente que no “todo” lo compra 
el dinero.
  ¿Qué es lo que pasa? ¿Por qué tantos grandes ricos son presa 
fácil del consultorio del psiquiatra, del psicólogo? ¿Por qué los que heredan 
fortunas tienden frecuentemente a vivir una vida vacía, de hastío 
existencial?
  Entonces, ¿será necesaria la lucha diaria por la vida para 
lograr ser felices?
  Cuentan de un hombre que encontró un capullo de 
mariposa. Lo llevó a su casa para observar la mariposa cuando saliera.
  Un 
día notó que tenía un pequeño orificio. Había llegado el momento tan esperado. 
Ahí permaneció durante varias horas, viendo la mariposa luchar para lograr pasar 
su cuerpo a través del pequeñísimo huequito.
  Pronto pareció que había 
cesado de forcejear pues no lograba salir. Parecía estar atascada. Sintiendo 
lástima, el hombre quiso ayudarla. Con una tijerita cortó a un lado del agujero 
agrandándolo, y la mariposa salió al fin del encierro.
  Pero no era el 
hermoso ejemplar que el hombre esperaba. Tenía el cuerpo muy hinchado y unas 
alas pequeñas y dobladas.
  El hombre confiaba que en cualquier instante 
las alas se desdoblarían y la hinchazón del cuerpo cedería.
  No pasó ni lo 
uno ni lo otro. La infeliz solamente podía arrastrarse en círculos con su 
cuerpecito hinchado y sus alas dobladas. Jamás logró volar. 
  Lo que el 
hombre no había entendido era que la restricción de la apertura del capullo y el 
esfuerzo de la mariposa de salir por el diminuto agujero, eran parte natural del 
proceso, que forzaba fluidos del cuerpo de la mariposa hacia sus alas, para que 
alcanzaran el tamaño y fortaleza requeridos para poder volar y ser libre 
finalmente. 
  ¿Qué fue lo que pasó? Muy sencillo. Al privar la mariposa de 
la lucha, también le fue privado su normal desarrollo. 
  Si Dios nos 
permitiera progresar en todo sin obstáculos, nos convertiríamos en seres 
inútiles. No podríamos crecer y ser fuertes como podríamos haberlo sido a través 
del esfuerzo y la constancia, a través de la lucha, a través del trajín de cada 
día. 
  ¡Cuánta verdad encierra esta pequeña historia! ¡Cuántas veces 
queremos tomar el camino fácil para salir de las dificultades, tomando en 
nuestras propias manos esas tijeras y recortando el esfuerzo, para encontrarnos 
al final con un resultado insatisfactorio y muchas veces 
desastroso!
  Apliquémonos la lección, y agradezcamos a Dios que tengamos 
que luchar para conseguir con Su ayuda el pan nuestro de cada 
día. Bendiciones y paz.
 
 
  
Preguntas o comentarios al autor
 Juan Rafael Pacheco
 
 
 
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