Seguimos en la Pascua, y a veces parece que nos
olvidamos que Jesús resucitó... volvemos a la tristeza, la desesperanza...
Recordemos las palabras del Papa Francisco :
Queridos hermanos y
hermanas, ¡buenos días!
La Resurrección de Jesús es una alegría
auténtica, profunda, basada en la certeza que Cristo resucitado ya no muere más,
sino que está vivo y operante en la Iglesia y en el mundo. Tal certeza habita en
el corazón de los creyentes desde esa mañana de Pascua, cuando las mujeres
fueron al sepulcro de Jesús y los ángeles les dijeron: ¿Por qué buscáis entre
los muertos al que vive? (Lc 24, 5).
{...] Cuántas veces, en nuestro
camino cotidiano, necesitamos que nos digan: ¿Por qué buscáis entre los
muertos al que vive?. Cuántas veces buscamos la vida entre las cosas
muertas, entre las cosas que no pueden dar vida, entre las cosas que hoy están y
mañana ya no estarán, las cosas que pasan...
¿Por qué buscáis
entre los muertos al que vive?.
Lo necesitamos cuando:
Nos encerramos en cualquier forma de egoísmo o de auto-complacencia.
Cuando nos dejamos seducir por los poderes terrenos y por las cosas de este
mundo, olvidando a Dios y al prójimo;
Cuando ponemos nuestras esperanzas en vanidades mundanas, en el dinero, en
el éxito.
Entonces la Palabra de Dios nos dice: ¿Por qué buscáis
entre los muertos al que vive?.
¿Por qué lo estás buscando allí? Eso
no te puede dar vida. Sí, tal vez te dará una alegría de un minuto, de un día,
de una semana, de un mes... ¿y luego?
¿Por qué buscáis entre los
muertos al que vive?.
Esta frase debe entrar en el corazón y debemos
repetirla. Digámosla desde el corazón, en silencio, y hagámonos esta pregunta:
¿por qué yo en la vida busco entre los muertos a aquél que vive?.
No es
fácil estar abiertos a Jesús. No se da por descontado aceptar la vida del
Resucitado y su presencia en medio de nosotros.
El Evangelio nos hace
ver diversas reacciones y nos hace bien confrontarnos con ellos:
La del apóstol Tomás pone una condición a la fe, pide tocar la evidencia,
las llagas;
La de María Magdalena llora, lo ve pero no lo reconoce, se da cuenta de que
es Jesús sólo cuando Él la llama por su nombre;
Los discípulos de Emaús, deprimidos y con sentimientos de fracaso, llegan al
encuentro con Jesús dejándose acompañar por ese misterioso caminante
Cada
uno por caminos distintos, buscaban entre los muertos al que vive y fue el Señor
mismo quien corrigió la ruta. Y yo, ¿qué hago? ¿Qué ruta sigo para encontrar
a Cristo vivo? Èl estará siempre cerca de nosotros para corregir la ruta si
nos equivocamos.
¿Por qué buscáis entre los muertos al que
vive?
Esta pregunta nos hace superar la tentación de mirar hacia
atrás, a lo que pasó ayer, y nos impulsa hacia adelante, hacia el
futuro.
Jesús no está en el sepulcro, es el Resucitado. Él es el
Viviente, Aquel que siempre renueva su cuerpo que es la Iglesia y le hace
caminar atrayéndolo hacia Él.
Ayer era la tumba de Jesús y la
tumba de la Iglesia, el sepulcro de la verdad y de la justicia; hoy es la
resurrección perenne hacia la que nos impulsa el Espíritu Santo, donándonos la
plena libertad.
Hoy se dirige también a nosotros este
interrogativo:
Tú, ¿por qué buscas entre los muertos al que vive, tú que te cierras en ti
mismo después de un fracaso y tú que no tienes ya la fuerza para rezar?
¿Por qué buscas entre los muertos al que está vivo, tú que te sientes solo,
abandonado por los amigos o tal vez también por Dios?
¿Por qué buscas entre los muertos al que está vivo, tú que has perdido la
esperanza y tú que te sientes encarcelado por tus pecados?
¿Por qué buscas entre los muertos al que está vivo, tú que aspiras a la
belleza, a la perfección espiritual, a la justicia, a la paz?
Tenemos
necesidad de escuchar y recordarnos recíprocamente la pregunta del ángel. Esta
pregunta, nos ayuda a salir de nuestros espacios de tristeza y nos abre a los
horizontes de la alegría y de la esperanza. Esa esperanza que mueve las piedras
de los sepulcros y alienta a anunciar la Buena Noticia, capaz de generar vida
nueva para los demás.
Repitamos esta frase del ángel para tenerla en el
corazón y en la memoria. ¡Repitámosla!
Él está vivo, está con nosotros.
No vayamos a los numerosos sepulcros que hoy te prometen algo, belleza, y luego
no te dan nada. ¡Él está vivo! ¡No busquemos entre los muertos al que vive!
Autor: SS Francisco
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