Cada día recibimos mil gestos de
fidelidad y de amor de los que viven a nuestro lado. Nos llega el pan a la mesa
gracias al trabajo de unos panaderos, al policía que regula honestamente el
tráfico, al padre o a la madre que van de compras, al empresario que paga
puntualmente y con justicia su salario, al campesino que sudó para ver crecer,
poco a poco, unas espigas. Corre el agua por el grifo gracias a un plan local o
regional para abastecer pueblos y ciudades con ese precioso don que baja del
cielo y las montañas. Llenamos el depósito de gasolina del coche gracias a
cientos de obreros anónimos que trabajan en los pozos de petróleo, a los
comerciantes que los traen desde países cercanos o lejanos, a los encargados de
las pipas de transporte, y a los dependientes que cuidan esas gasolineras que
nos ayudan a evitar la sorpresa del depósito que ha quedado vacío a mitad de la
carretera...
La luz eléctrica, el pescado, la resistencia de la ventana,
la belleza de unos ladrillos, el libro que leemos unos momentos al acostarnos...
¿Cuántas veces pensamos en quienes los hicieron, en quienes nos permiten
usarlos, en quienes nos los regalaron o nos los compraron?
Una sencilla
palabra refleja la grandeza de un corazón atento: "¡gracias!" Sí, hay que dar
las gracias por mil cosas. No como el niño que ha aprendido a decir "gracias"
simplemente porque "hay que ser educado", porque sus padres se lo repiten una y
otra vez. Hay que decir "gracias" desde lo más profundo del corazón, porque hay
en nuestro planeta tantos hombres y mujeres honestos, buenos, que nos permiten
disfrutar de miles de cosas pequeñas o grandes que hacen la vida hermosa y
llevadera.
En el fondo, habría que dar las gracias a Dios. Un día nos
soñó. Ese día empezó nuestra existencia. Cada minuto es un milagro de su Amor.
Vivimos porque nos quiere, porque nos ama. Y porque ama a los que caminan con
nosotros y nos ayudan en las mil necesidades de cada día.
No deberíamos
nunca de cansarnos de decir: ¡gracias! Sí: ¡gracias, Dios, gracias, hombres, por
tantas cosas, por tantos gestos de cariño! ¡Gracias, de corazón,
gracias!
Autor: P. Fernando Pascual
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