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jueves, 31 de octubre de 2013
María está cerca de cada uno de nosotros
martes, 29 de octubre de 2013
NO OS PREOCUPÉIS
No os preocupéis por vuestra vida, qué comeréis o
beberéis;
ni por vuestro cuerpo, cómo os vestiréis.
¿No tiene la vida más valor que la comida, y el cuerpo más que la ropa?
Fijaos en las aves del cielo: no siembran ni cosechan ni almacenan en graneros;
sin embargo, el Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas?
¿Quién de vosotros, por mucho que se preocupe, puede añadir una sola hora al curso de su vida?»
¿Y por qué os preocupáis por el vestido? Observad cómo crecen los lirios del campo.
No trabajan ni hilan; sin embargo, os digo que ni siquiera Salomón, con todo su esplendor,
se vestía como uno de ellos. Si así viste Dios a la hierba que hoy está en el campo y mañana
es arrojada al horno, ¿no hará mucho más por vosotros, gente de poca fe?
Así que no os preocupéis diciendo:“¿Qué comeremos? Porque los paganos andan tras
todas estas cosas, y el Padre celestial sabe que necesitáis de todo esto.
Más bien, buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán
añadidas. Por lo tanto, no os angustiéis por el mañana, el cual tendrá sus propios afanes.
Cada día tiene ya sus problemas.
Mateo 6:25-34
ni por vuestro cuerpo, cómo os vestiréis.
¿No tiene la vida más valor que la comida, y el cuerpo más que la ropa?
Fijaos en las aves del cielo: no siembran ni cosechan ni almacenan en graneros;
sin embargo, el Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas?
¿Quién de vosotros, por mucho que se preocupe, puede añadir una sola hora al curso de su vida?»
¿Y por qué os preocupáis por el vestido? Observad cómo crecen los lirios del campo.
No trabajan ni hilan; sin embargo, os digo que ni siquiera Salomón, con todo su esplendor,
se vestía como uno de ellos. Si así viste Dios a la hierba que hoy está en el campo y mañana
es arrojada al horno, ¿no hará mucho más por vosotros, gente de poca fe?
Así que no os preocupéis diciendo:“¿Qué comeremos? Porque los paganos andan tras
todas estas cosas, y el Padre celestial sabe que necesitáis de todo esto.
Más bien, buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán
añadidas. Por lo tanto, no os angustiéis por el mañana, el cual tendrá sus propios afanes.
Cada día tiene ya sus problemas.
Mateo 6:25-34
GRUPOS DE ORACIÓN:
“JESÚS EL BUEN PASTOR”
Reunión : sábados,
de 4:00 p.m. a 6:00 p.m.
Lugar :
Capilla Santa Elena – Barrio Santa Elena (Esquina Jr. Diego Ferré – Jr. José
Olaya)
“SANTA ROSA DE LIMA”
Reunión : Jueves, de
7:00 p.m. a 9:00 p.m.
Lugar : Salón de La Catedral (Jr. Amalia Puga Nº 540)
“JÓVENES CON
ESPERANZA”
Reunión : Domingos,
de 3:30 p.m. a 5:45 p.m.
Lugar : Salón
de La Catedral (Jr. Amalia Puga Nº 540)
“DIOS ES
AMOR”
Reunión : Miércoles,
de 7:00 p.m. a 9:00 p.m.
Lugar :
Capilla San Francisco – Barrio San Martín (Esquina Jr. El Milagro – Jr. Diego
Ferré)
“PLEGARIAS
AL ESPÍRITU SANTO”
Reunión : Domingos,
de 3:00 p.m. a 5:00 p.m.
Lugar : Iglesia
San José – Barrio San José (Esquina Jr Miguel Iglesias – Jr. Angamos)
“VIRGEN DEL
CAMINO”
Reunión : Lunes, de
5:30 p.m. a 7:00 p.m.
Lugar : Casa
de Retiro “Virgen del Camino” (Av. Mártires de Uchuracay – Cuadra 19)
miércoles, 23 de octubre de 2013
¿Hay cristianismo sin contrastes?
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lunes, 21 de octubre de 2013
Hoy di: ¡Gracias, Padre!
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Creo en Ti, Señor
Creo en Ti, Señor |
Creo en Ti, Señor. Creo que existes, que vives, que eres amor. Creo que eres la misericordia infinita y que la manifiestas a raudales en tantos acontecimientos de nuestra vida.
Creo que eres el camino seguro que lleva al cielo, y que no hay otro. No hay otro cielo ni otro camino que lleve al mismo.
Creo que eres la verdad de la vida y de las cosas. Eres también la vida de todos los seres, eres mi vida... Vida plena, vida eterna...
Creo que has formado los cielos y la tierra, con todo su ornato. Si en Ti no creyera, todo sería destrucción, desorden, caos. Creo en Ti, Señor.
Crecer en la fe es crecer en el amor. Por eso, porque creo en Ti con toda mi mente, te amo con todo mi corazón. Creer es fiarse, es tomar la mano del amado y, sin soltarla, caminar juntos siempre, durante las horas de desierto y las horas de primavera.
Te gusta, Señor, que tengamos fe en Ti: "Tu fe te ha salvado", y te apena mucho nuestra falta de fe: "Hombres de apoca fe, ¿porqué habéis dudado?"
Quiero ser un hombre o una mujer que se fía de Ti totalmente, que camina por la vida no con la seguridad de sus pies o de su mente sino con la seguridad de su Dios.
1. Jesucristo, creo que eres el Hijo eterno del Padre
Creo en la Santísima Trinidad. La celebramos en su fiesta. Eres un Dios único pero en tres personas que son amor. Y creo que las tres personas habitan en mi alma por la gracia.
Tú eres el Hijo del Padre desde toda la eternidad, el hijo en el cual tiene el Padre todas sus complacencias. El Hijo enviado al mundo no para juzgarlo, sino para salvarlo.
Eres tan parecido al Padre. Nosotros debemos ser tan parecidos a Ti. No fuiste enviado por el Padre para condenarme, sino para salvarme. A mí y a cada uno de los hombres.
Pagaste un precio tremendo. Pagaste todo Tú para comprarme a mí. Hasta sin sangre en las venas te quedaste, sin vestidos, sin vida. Para salvarme a mí. Pues, ¿quién soy yo? Te quedaste infinitamente pobre, Tú que eras infinitamente rico.
Soy el precio de tu sangre, de tu muerte, de tus infinitas humillaciones. ¿Qué clase de amor es éste? ¿Puede un mendigo sentirse más feliz que yo? ¿Puede un encarcelado, prisionero de por vida experimentar más alegría que yo? ¿Puede un condenado al infierno sentirse más afortunado que yo? Pues soy un pobre hambriento convertido en rico, un encarcelado a quien han dado el indulto, un condenado al infierno liberado del eterno dolor.
2.Jesucristo, creo que eres el salvador de los hombres
Lo que implicó la salvación: Belén, Nazaret -ocultamiento perfecto-. La pasión y la Cruz -amor sin límites-
Belén, Nazaret, Jerusalén son ciudades que me recordarán eternamente el amor de mi Dios. En Belén nació por amor a mí en la máxima pobreza. Una cueva, un pesebre de amor. En Nazaret vivió por amor a mí en el ocultamiento perfecto. En Jerusalén sufrió la pasión y la muerte de un esclavo y de un "maldito" por amor a mí.
En esas ciudades me amó hasta el extremo mi Creador, mi Redentor. Siempre que te mire, veré el rostro y los ojos de mi Salvador, unos ojos que me miran con amor, con compasión y con inmensa esperanza. Siempre que piense en Ti, sentiré renacer la esperanza, porque eres Luz, Resurrección, Buen Pastor, Camino, Vedad y Vida.
Contigo siempre hay remedio, hay salida. Por tanto camino por la vida con la frente alta, el corazón alegre y paso seguro. Voy con Jesús, con el que prometió: "Yo estaré con vosotros todos los días, también hoy."
3. Jesucristo, creo que te encarnaste en el seno de la Virgen María por obra del Espíritu Santo.
Se puede decir que actuaste como si no fueras Dios durante treinta y tres años. Humillación total. Por amor.
Somos hermanitos de carne y hueso con la diferencia de que Tú eres Dios. Pero, para que no sintiéramos complejo frente a Ti, quisiste divinizarnos, convertirnos en pequeños dioses en el cielo.
Como todos los niños, como yo, estuviste encerrado en el seno de tu madre, creciendo día a día hasta que estuviste maduro para nacer. Lo mismo que yo, lo mismo que todos los niños.
Recién nacido eras como todos los bebés. La cosa más débil del mundo, Tú el Dios de los ejércitos. Quisiste sentir lo que siente un niño creciendo en el seño de su madre. Y a María le hiciste sentir tu presencia y tus movimientos.
Oh divino bebé, maravilloso niño que sobreviste al aborto. Hoy millones de niños no tienen la suerte que tuviste tú de nacer. Ten compasión de todos ellos y de sus mamás porque no saben lo que hacen.
4. Jesucristo, creo que padeciste y morirse en la cruz para redimirnos de nuestros pecados.
Y tengo que decir como san Pablo: Líbreme Dios de gloriarme en nada si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo. Me amaste y te entregaste por mí en la cruz.
Amor escrito con sangre. Para que no me quedaran dudas de que me amas. "Si fuera necesario para salvarte, volvería a sufrir de buena gana por ti solo todo lo que sufrí por el mundo entero"...Palabras dichas por Ti a una santa. Cuanto amor, cuánto dolor. Cuánto dolor, cuanto amor. Por mí.
Pordiosero miserable, condenado al infierno, todo esto y más he sido. Pero de todo esto me ha librado Jesús. A costa de tormentos, salivazos, flagelos, espinas y humillaciones he sido arrancado del infierno que era mi lugar merecido.
La eternidad no será suficiente para agradecer, para amar, para bendecir y adorar a la persona que mizo tanto bien. Con Pablo digo y diré: "Líbreme Dios de gloriarme en nada si no es en la cruz de mi Salvador."
¿Será tan difícil amar entrañablemente a un ser que tanto amor me ha demostrado? ¿Podré negar yo, criatura miserable, algo a mi Dios Omnipotente, sobre todo en el amor?
5. Jesucristo, creo que resucitaste al tercer día.
Recuperaste tu divinidad. Te enterraron como hombre y resucitaste como Hombre-Dios glorificado. Y ya la muerte no podrá dominarte jamás. Vives eternamente en el cielo para interceder por nosotros ante el Padre.
Con san Pablo afirmamos: Cristo ha resucitado. Ahí se apoya nuestra fe y nuestra religión triunfadora. La religión de un Dios-Hombre que se dejó vencer y humillar hasta un grado inaudito para resucitar y vencer tan solo tres días después a todos sus enemigos de un solo golpe.
El fundador de nuestra religión es un gran triunfador. Seguimos a un Caudillo que nos lleva a la victoria segura. "Las puertas del infierno no prevalecerán contra ella". Un optimismo radical debe prevalecer en muestra vida en medio de las tormentas del mundo moderno.
De los fundadores de religiones -que son numerosos- sólo uno vive resucitado, habiendo vencido a la muerte. Los demás son un puñado más de polvo que hay dentro de la Tierra.
Al resucitar con tu cuerpo humano nos has confirmado que nosotros, de manera semejante y a su tiempo, resucitaremos contigo para vivir eternamente contigo felices en el cielo. Así como creo en tu resurrección, creo también en la mía.
6. Jesucristo, creo que estás sentado a la derecha del Padre.
Es decir, tu Humanidad ha sido glorificada y está junto a Dios. Eres un Dios Hombre para siempre con una humanidad glorificada y, como eres hombre, nos has elevado hasta el trono de Dios, buscando hacernos semejantes a Ti.
Todo lo ha puesto Dios bajo tus pies. Eres el rey del universo no sólo como Dios sino también como hombre. Pero al mismo tiempo has elevado a la naturaleza humana hasta el trono de Dios, la has divinizado.
Tu amor va mucho más allá de lo que pidiéramos imaginar o anhelar. La frase "seréis como dioses" se realizará. San Juan lo confirma: "Seremos semejantes a Él porque lo verismos al cual es." ¿Qué mas podías hacer por nosotros, por mí?
Por eso, el no corresponder a tanto amor, el dar la espalda a semejante bondad representa una ingratitud tan grande como el universo. Aún desconozco la altura, la anchura y la profundidad de semejante amor. Si yo conociera, si yo creyera en semejante amor...
Autor: P Mariano de Blas LC
sábado, 19 de octubre de 2013
jueves, 17 de octubre de 2013
Milagro Eucarístico de Roma, Italia 596
Cierta matrona romana, señora principal, solía enviar al bienaventurado San Gregorio las hostias que ella misma hacía para el santo sacrificio de la Misa, mostrándose en esta obra muy solícita y cuidadosa.
Al maligno espíritu, capital enemigo de todo lo bueno, que según la expresión del Apóstol San Pedro anda alrededor de nosotros como león rugiente aguardando el momento de la presa, le pareció excelente ocasión para turbar a la señora primero con tentaciones de vanagloria, luego con impertinentes dudas acerca de la fe en el augusto Sacramento, y finalmente haciendo que sin dejar las prácticas piadosas cayera en manifiesta incredulidad.
En efecto: aconteció un día estando arrodillada esta señora en el altar para recibir la Comunión de manos de San Gregorio, en el momento solemne en que el Santo Pontífice iba a darle la Sagrada Hostia diciendo aquellas palabras que usa la Iglesia: Corpus Dómini nostri JesuChristi custodian ánimam tuam, se pone a reír la referida señora como si hubiese perdido la fe y la devoción.
Al advertir el Santo retiró al punto la mano y puso sobre el ara del altar la Forma consagrada. Acabada la Misa pregunto el pontífice delante de todo el pueblo a la señora la causa de su risa en aquella ocasión tan impropia. Sorprendida por tal pregunta, no se atrevía al principio a declarar el motivo, más después, dijo: “Me río de que digas que ese pan que yo he amasado sea el Cuerpo de Cristo”.
Admirado de la respuesta San Gregorio no contesto palabra, pero se puso al instante con todo el pueblo a orar al Señor para que alumbrara con su divina luz a aquella mujer incrédula.
Apenas acabaron su fervorosa oración sucedió un maravilla, y fue que la Hostia sacrosanta se dejó ver en carne humana, y en esta forma, presente el pueblo allí congregado, la mostró también el Santo Pontífice a la señora, cuyo prodigio la redujo, al punto, a la fe de este misterio y confirmo en ella a todos los circunstantes.
En presencia de tan gran portento determinaron seguir orando, lo que se hizo con extraordinario recogimiento y fervor, hasta que se vio como aquella carne se reducía a la forma de hostia que antes tenía, y tomándola el Santo Pontífice en sus manos la dio en comunión a la señora; glorificando todos al Supremo Hacedor que se dignó obrar tales maravillas para que un alma recuperase la fe en el augusto Sacramento.
San Gregorio murió en el año 604, y la Iglesia honra la memoria de tan gran Pontífice el 12 de mayo. (Pablo y Juan, diáconos, Vida de San Gregorio Magno, lib, 2 cap 21).
Adaptado de: Evangelio del Día 2013-08-08 (www.evangeliodeldia.org)
Su nombre: María
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viernes, 11 de octubre de 2013
El arte de amar a los enemigos
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Dios camina con nosotros
Dios camina con nosotros |
"Vamos alegres a la casa del Señor",
El sacramento no es un rito mágico, sino el encuentro con Jesús que nos espera. Jesús nos espera siempre, esta es la humildad de Dios.
En la historia del Pueblo de Dios, hay "buenos momentos que dan alegría", y también momentos malos "de dolor, de martirio, de pecado"
Y sea en los momentos malos, como en los buenos tiempos, una cosa es siempre la misma: ¡el Señor está allí, nunca abandona a su pueblo! Porque el Señor, aquel día del pecado, del primer pecado, ha tomado una decisión, hizo una elección: hacer historia con su pueblo. Y Dios, que no tiene historia, porque es eterno, ha querido hacer historia, caminar cerca de su pueblo. Pero más aún: convertirse en uno de nosotros, y como uno de nosotros, caminar con nosotros, en Jesús. Y esto nos habla de la humildad de Dios.
He aquí, pues, que la grandeza de Dios, es su humildad: Ha querido caminar con su pueblo. Y cuando su pueblo se alejaba de Él por el pecado, con la idolatría", Él estaba allí" esperando. Y también Jesús, viene con esta actitud de humildad. Él quiere caminar con el pueblo de Dios, caminar con los pecadores; incluso caminar con los soberbios. El Señor, dijo, ha hecho mucho para ayudar a estos corazones soberbios de los fariseos.
Dios siempre está listo.
Dios está a nuestro lado.
Dios camina con nosotros, es humilde, siempre nos espera. Jesús siempre nos espera. Esta es la humildad de Dios. Y la Iglesia canta con alegría esta humildad de Dios que nos acompaña, como lo hacemos con el Salmo: Vamos alegres a la casa del Señor
Vamos con alegría porque Él nos acompaña, Él está con nosotros. Y el Señor Jesús, incluso en nuestra vida personal nos acompaña: con los sacramentos. El sacramento no es un ritual de magia: se trata de un encuentro con Jesucristo, nos encontramos con el Señor. Es Él quien está al lado de nosotros y nos acompaña".
Jesús se hace "compañero de camino". También el Espíritu Santo, nos acompaña y nos enseña todo lo que no sabemos, en el corazón y nos recuerda todo lo que Jesús nos enseñó. Y así nos hace sentir la belleza del buen camino.
Y esto la Iglesia Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, son compañeros de camino, hacen la historia con nosotros.
lo celebra con gran alegría, incluso en la Eucaristía, donde se canta el amor tan grande de Dios que ha querido ser humilde, que ha querido ser compañero de viaje de todos nosotros, que ha querido también Él hacerse historia con nosotros.
Y si Él entró en nuestra Historia, entremos también nosotros un poco en la historia de Dios, o por lo menos pidámosle la gracia de dejar escribir nuestra historia por Él: que Él escriba nuestra historia. Es algo seguro.
Autor: SS Francisco
María está cerca de cada uno de nosotros
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Soy tu Madre
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sábado, 5 de octubre de 2013
Dignos hijos de tal Madre
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jueves, 3 de octubre de 2013
Cuando miras a María
¡Las imágenes de María!. Mirar a la Madre de Dios en los altares, esplendorosa y llena del amor que se derrama sobre nosotros, es mirar mucho más allá de la pequeña Mujer de Galilea que dos mil años atrás dio un humilde y escondido sí a un celestial visitante. Muchas veces nos ocurre a los enamorados de la Santa Madre de Dios que se nos pregunta u objeta tanto amor por la Virgen, como un posible olvido o error respecto del Dios Verdadero. ¿Y que decimos nosotros?.
Miren a la Virgen: ¿qué ven?. Se pueden observar muchos signos, porque Ella también manifiesta sus mensajes a través de la simbología de los pequeños detalles que rodean sus imágenes. Sin embargo, un dato en particular debe capturar nuestra atención: si observan bien, verán que la Virgen siempre tiene al Niño Jesús consigo. En muchas advocaciones el Niño está en sus brazos, mientras en otras se encuentra en su vientre: la cinta que María tiene sobre su vestido indica que está “encinta”, que tiene a su Niño consigo, para traerlo a este mundo,
De tal modo, cuando miramos a María podemos estar absolutamente seguros de que estamos mirando a Dios, al Niño Dios que está con Ella, siempre. Es que la misión de la Virgen es una y clara: ¡traernos a Jesús!. No se puede separar a ésta pequeña Mujer de Galilea de lo que es el motivo de su existencia: traernos al Niño Dios a nuestro mundo primero, y a nuestros corazones ahora, en nuestro tiempo. Y Jesús está muy contento de que sea Su Madre la que nos viene a buscar, a rescatarnos. El se siente feliz de estar en los brazos de Mamá o en su Seno Virginal cuando la envía a socorrernos.
Jesucristo, el único Salvador, Dios Verdadero y Hombre Verdadero, ha elegido a la Criatura más perfecta para que sea Su Cuna, Su Tabernáculo, Su Cáliz. Las imágenes de la Virgen, de este modo, reflejan la unión indisoluble entre Dios y Criatura, entre Madre e Hijo, entre naturaleza Divina y humana, entre el Cielo y la tierra. No podemos mirar a la Virgen sin estar mirando a Dios al mismo tiempo, porque Ella es el Envase perfecto en el que Dios eligió venir a nosotros, Ella es la portadora de la Buena Nueva. María, la Esclava de Dios, es la primera en invitarnos a hacernos pequeños, hasta desaparecer, para que Cristo resplandezca a través nuestro. Ella nos enseña a negar nuestro ego, a negarnos a nosotros mismos, porque sólo El es, sólo Cristo es.
Cuando miras a la Madre, entonces, ves en realidad al Hijo. Porque el Hijo hizo a la Madre, para que la carne de la Madre forme la Carne del Hijo. Y si miras al Hijo, sin dudas también verás a la Madre, porque en Ella se resumen las virtudes que Dios, su Hijo, quiso infundirle a la Criatura más perfecta de la Creación, Su Madre.
¿Comprendes nuestro amor por la Madre, entonces, como un reflejo de nuestro amor por el Hijo, verdadero motivo de nuestra existencia y Dueño de nuestros corazones?.
Autor: Oscar Schmidt
¿Cuáles son mis actitudes frente a María?
María, eres mi madre y mi maestra
¡Oh, María, no sólo eres mi madre, sino también mi maestra, y quiero ser una obra maestra en tus manos! Alfarera divina, estoy ante ti como un cantarillo roto, pero con mi mismo barro puedes hacer otro a tu gusto. ¡Hazlo! Toma mi barro, el barro de mis dificultades, de mis problemas, de mis defectos, de mis pecados. Toma ese barro, ese barro que se ha deshecho tantas veces por obra de Satanás, del mundo, de las tentaciones, de la carne, y construye otro cantarillo nuevo, mejor que el del principio. Quiero ser santo en tu escuela, María; quiero ser un gran sacerdote en tu escuela, quiero ser un gran apóstol en tu escuela, María de Nazaret.
Quiero, en la escuela de María de Nazaret, aprender el arte de vivir. Maestra, sobre todo, del amor a Jesús. Si en algo ella ha sido maestra, ha sido en el amor. Por eso, si es el amor el que nos va a salvar, el único que nos va a salvar, nos importa ir a esa escuela donde hay una maestra sublime, excelsa, en el arte, precisamente, de amar. Ninguna criatura ha amado tanto, y tan bien como María, a Dios. Ninguna criatura ha amado y ama a los hombres como Ella, porque es su Madre. Por tanto, Ella es la persona que mejor nos puede enseñar a nosotros a amar.
Se es fiel, sólo por amor. Se es auténticamente feliz, sólo en el amor. Se es idéntico, sólo amando. Si esto es verdad, la gran fuerza, la única fuerza, capaz de arrancarnos de nuestro egoísmo y lanzarnos hacia Dios y hacia nuestros hermanos, es el amor. Pues bien, María de Nazaret tiene una escuela de amor. Es una maestra insigne, y a nosotros, sus hijos predilectos, nadie mejor que Ella nos puede enseñar el amor.
María, se ha dicho, es el camino más corto y más hermoso para llegar a Jesús. El camino más fácil para conocer al Hijo es el corazón de su Madre. Yo tendré un santo orgullo en decir que fue María Santísima quien me abrió la puerta del Corazón de Jesús. Quien me enseñó a amarlo.
Decía San Pablo, también, "¿Quién me arrancará del amor a Cristo?" Yo quiero decir lo mismo, pero añadir también estas palabras: “¿Quién me arrancará del amor a mi Madre?.” Un santo decía:” "Creo en mi nada unida a Cristo". Yo también quiero decirlo: “Creo en mi nada unida a Cristo.” Pero también quiero decir: "creo en mi nada unida a María Santísima".
miércoles, 2 de octubre de 2013
Nuestro ángel de la guarda
Otros tienen al ángel de la guarda un poco olvidado. Quizá escucharon, de niños, que existe, que nos cuida, que nos ayuda en las mil aventuras de la vida. Recordarán, tal vez, haber visto el dibujo de un niño que camina, cogido de la mano, junto a un ángel grande y bello. Pero desde hace tiempo tienen al ángel “aparcado”, en el baúl de los recuerdos. De grandes es normal que hablemos a los niños de su ángel de la guarda. Nos sería de provecho pensar también en nuestro ángel que está a nuestro lado y nos ayuda de mil modos. Es verdad: Dios es el centro de nuestro amor, y a veces no tenemos mucho tiempo para pensar en los espíritus angélicos. Podemos, sin embargo, ver a nuestro ángel de la guarda no como una “devoción privada” ni como un residuo de la niñez, sino como un regalo del mismo Dios, que ha querido hacernos partícipes, ya en la tierra, de la compañía de una creatura celeste que contempla ese rostro del Padre que tanto anhelamos. Necesitamos renovar nuestro trato afectuoso y sencillo, como el de los niños que poseen el Reino de los cielos (cf. Mt 19,14), con el propio ángel de la guarda. Para darle las gracias por su ayuda constante, por su protección, por su cariño. Para sentirnos, a través de él, más cerca de Dios. Para recordar que cada uno de nosotros tiene un alma preciosa, magnífica, infinitamente amada, invitada a llegar un día al cielo, al lugar donde el Amor y la Armonía lo son todo para todos. Para pedirle ayuda en un momento de prueba o ante las mil aventuras de la vida. Necesitamos repetir, o aprender de cero, esa oración que la Iglesia, desde hace siglos, nos ha enseñado para dirigirnos a nuestro ángel de la guarda: Ángel del Señor, que eres mi custodio, puesto que la Providencia soberana me encomendó a ti, ilumíname, guárdame, rígeme y gobiérname en este día. Amén. |
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