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| María está cerca de cada uno de 
nosotros |  
 
Esta poesía de María –el «Magníficat»– 
es totalmente original; sin embargo, al mismo tiempo, es un "tejido" hecho 
completamente con "hilos" del Antiguo Testamento, hecho de palabra de Dios. 
  Se puede ver que María, por decirlo así, "se sentía como en su casa" en 
la palabra de Dios, vivía de la palabra de Dios, estaba penetrada de la palabra 
de Dios. En efecto, hablaba con palabras de Dios, pensaba con palabras de Dios; 
sus pensamientos eran los pensamientos de Dios; sus palabras eran las palabras 
de Dios. Estaba penetrada de la luz divina; por eso era tan espléndida, tan 
buena; por eso irradiaba amor y bondad. 
  María vivía de la palabra de 
Dios; estaba impregnada de la palabra de Dios. Al estar inmersa en la palabra de 
Dios, al tener tanta familiaridad con la palabra de Dios, recibía también la luz 
interior de la sabiduría. Quien piensa con Dios, piensa bien; y quien habla con 
Dios, habla bien, tiene criterios de juicio válidos para todas las cosas del 
mundo, se hace sabio, prudente y, al mismo tiempo, bueno; también se hace fuerte 
y valiente, con la fuerza de Dios, que resiste al mal y promueve el bien en el 
mundo. 
  Así, María habla con nosotros, nos habla a nosotros, nos invita a 
conocer la palabra de Dios, a amar la palabra de Dios, a vivir con la palabra de 
Dios, a pensar con la palabra de Dios. Y podemos hacerlo de muy diversas 
maneras: leyendo la sagrada Escritura, sobre todo participando en la liturgia, 
en la que a lo largo del año la santa Iglesia nos abre todo el libro de la 
sagrada Escritura. Lo abre a nuestra vida y lo hace presente en nuestra vida. 
  Pero pienso también en el «Compendio del Catecismo de la Iglesia 
católica», que hemos publicado recientemente, en el que la palabra de Dios se 
aplica a nuestra vida, interpreta la realidad de nuestra vida, nos ayuda a 
entrar en el gran "templo" de la palabra de Dios, a aprender a amarla y a 
impregnarnos, como María, de esta palabra. Así la vida resulta luminosa y 
tenemos el criterio para juzgar, recibimos bondad y fuerza al mismo tiempo. 
  María fue elevada en cuerpo y alma a la gloria del cielo, y con Dios es 
reina del cielo y de la tierra. ¿Acaso así está alejada de nosotros? Al 
contrario. Precisamente al estar con Dios y en Dios, está muy cerca de cada uno 
de nosotros. 
  Cuando estaba en la tierra, sólo podía estar cerca de 
algunas personas. Al estar en Dios, que está cerca de nosotros, más aún, que 
está "dentro" de todos nosotros, María participa de esta cercanía de Dios. 
  Al estar en Dios y con Dios, María está cerca de cada uno de nosotros, 
conoce nuestro corazón, puede escuchar nuestras oraciones, puede ayudarnos con 
su bondad materna. Nos ha sido dada como "madre" –así lo dijo el Señor–, a la 
que podemos dirigirnos en cada momento. Ella nos escucha siempre, siempre está 
cerca de nosotros; y, siendo Madre del Hijo, participa del poder del Hijo, de su 
bondad. Podemos poner siempre toda nuestra vida en manos de esta Madre, que 
siempre está cerca de cada uno de nosotros. 
  Autor: SS Benedicto XVI 
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