Ustedes conocen a los pobres de su zona. Saben que se encuentran precisamente aquí, en Roma, en Nueva York, en Londres, en el Perú y en otros sitios. Nuestras hermanas dan de comer a los hambrientos de esta ciudad. Hay personas que duermen por las calles. Quizá se sorprendan al ver a personas, como ustedes, que duermen arropados por cartones, temblando por el frío. ¡Esto sí que hace sufrir!” Tienen que tener un amor tierno, tienen que reconocer al pobre donde quiera que vivan.
En la India es maravilloso ver a hindúes y musulmanes que se preocupan por los pobres. También aquí, al igual que en muchos lugares, la gente se hace más consciente de la necesidad de compartir la alegría de amar. Pero, ¿dónde comienza este amor? En el hogar. No podemos dar lo que no tenemos. Y yo rezo para que este amor pueda comenzar. La oración da un corazón transparente. Y un corazón transparente puede ver a Dios. Sólo podemos ver a Dios si hacemos algo por alguien. Tienen que saber quién es ese “alguien” y quién lo ha creado. A los pobres no les hace falta demasiado, lo que necesitan es ternura y amor.
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