A lo largo de la historia hemos conocido
grandes hombres, hombres que han dejado una huella imborrable, y que su
presencia ha marcado la vida de muchas personas; me viene a la mente el Papa
Juan Pablo II, ¡quién no recuerda sus palabras, sus gestos, sus miradas! todo
nos reporta la presencia de Dios en su vida y cómo todo lo hizo con
amor.
Tenemos la figura única e irrepetible de Cristo, que como nos dice
el Evangelio "pasó haciendo el bien" (Hch 10, 38), "Él es el Camino la Verdad y
la Vida" (Jn 14,6), una vida dedicada a los demás, uscando el bien humano y
trascendente de cada hombre, ¡cuántos hombres que conociendo el mensaje de
Jesús, se han dedicado a sembrar con amor el bien!, San Francisco de Asís, San
Ignacio de Loyola S.I., la Madre Teresa de Calcuta. Hoy nos toca a ti y a mí,
por eso te dejo este mensaje, para que lo reflexiones.
La vida es un
jardín; lo que siembres en ella, eso te devolverá, así que elige semillas
buenas, riégalas y con seguridad tendrás las flores más bellas.
Cada
acto, cada palabra, cada sonrisa, cada mirada, es una simiente; cada una tiene
en sí el poder vital y germinativo.
A menudo sembrarás llorando, pero
¿quién sabe si tu simiente no necesita del riego de tus lágrimas para que
germine?
Piensa que los vientos fuertes harán que tus raíces se hagan más
profundas para que tu rosal resista mejor lo que habrá de venir. Y cuando tus
hojas caigan, no te lamentes; serán tu propio abono, reverdecerás y tendrás
flores nuevas.
¿Rompió el alba y ha nacido el día? ¡Salúdalo y Siembra!
¿Llegó la hora cuando el sol te azota? ¡Abre tu mano y arroja la
semilla!
¿Ya te envuelven las sombras porque el sol se oculta? ¡Eleva
tu plegaria y Siembra! y cuando llegue el atardecer de tu vida, enfrentarás la
muerte con los brazos cargados y una sonrisa de satisfacción.
Cada
acto, cada palabra, cada sonrisa, cada mirada es una simiente. Procura siempre:
"Una Siembra de Amor". Al final de la vida, cuando nos pidan cuentas, nos
pedirán cuentas del amor, de lo que hayamos hecho por Dios y por nuestros
hermanos los hombres.
Autor: P. Dennis Doren L.C. |
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