sábado, 2 de marzo de 2013

PARA ENTENDER Y VIVIR LOS MANDAMIENTOS


1.- Yo soy el Señor tu Dios; no tendrás otro Dios más que a mí. Amarás a Dios sobre todas las cosas.
Existe un sólo Dios en tres personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Dios ha creado todas las cosas. Sólo a Él hay que adorar. ¿Y qué significa adorar? Reconocerlo como ser supremo y dueño de todo. Él tiene en sus manos todo el poder. Sólo Él puede darnos la felicidad.
Cuando uno piensa que el dinero, el sexo o el poder son lo más importante comete pecado de idolatría, igualmente cuando uno pone cualquier otra cosa como más importante que Dios (TV, alcohol, drogas, deporte, la pareja, el trabajo, el estudio, etc.), o si uno piensa que una imagen o estatua tiene el poder de Dios para ayudarnos, pues ellas son sólo representaciones, nada más.
También es pecado atribuir poder especial a las cosas materiales (piedra, imán, ojo de venado, muñecos, herradura de caballo, amuletos, talismanes, etc.) o a los animales (tecolote, gallina negra, gato negro, etc.) o a los ritos (limpias, lectura de cartas, de la mano y del café, uso de la guija y del tarot, etc.).
Hay que saber que sólo Dios tiene el poder y nosotros dependemos de Él y no de las cosas, los animales o los ritos. Así que nadie puede hacernos daño, si estamos con Dios ni la brujería ni los animales ni los objetos ni el mismo demonio. Éste tiene poder solamente para aquéllos que se entregan a él voluntariamente y viven lejos de Dios en pecado.
Si queremos seguir este mandamiento tenemos que renunciar a creer en el espiritismo, las supersticiones, horóscopos, la suerte y las brujerías, pues no tienen poder sobre un cristiano.
Si hasta ahora hemos creído en tantas cosas tan falsas que están en contra de nuestra fe, ha sido por ignorancia. De ahora en adelante tenemos que hacer un esfuerzo por “amar a Dios por sobre todas las cosas”.
2.- No tomarás el nombre de Dios en vano.
El nombre de Dios es santo. Por lo tanto hay que pronunciarlo con todo respeto, para alabarlo y bendecirlo, nunca sin respeto y por costumbre. Pero ¿cuál es el nombre de Dios? El antiguo testamento lo llama Yahvé (YO SOY). Pero Jesús nos enseña a llamar a Dios “Abba” (Padre). Pero cualquier referencia a Dios debe ser hecha con todo respeto. Lo mismo sucede con el juramento, que consiste en poner a Dios como testigo de la verdad de lo que se dice.
¿Cuántas veces hemos mencionado el nombre de Dios sin respeto? ¿Cuántas veces hemos tomado el nombre de Dios por testigo de algo falso?
3.- Santificarás los días festivos.
¿Cuáles son los días festivos? Todos los domingos, mas el día primero de enero, en el que se conmemora la maternidad de la Virgen María, el día 12 de diciembre dedicado a la Virgen de Guadalupe y el día 25 de diciembre en el que se recuerda el nacimiento de Jesús.
¿Qué hay que hacer en los días festivos? Descansar de los trabajos normales de la semana, convivir sanamente, hacer obras de misericordia (visitar enfermos, ayuda a necesitados, etc.). Instruirse en la religión, alabar a Dios.
Donde hay misa es obligación participar en ella con fe y devoción; donde no hay misa, hay que tratar de participar en un encuentro de oración. No podemos ser verdaderos cristianos si vamos a la iglesia sólo de vez en cuando, con ocasión de una fiesta, una quinceañera, un bautizo. Tenemos que hacer el esfuerzo por conocer nuestra fe y vivirla.
Hasta ahora ¿qué hemos hecho? ¿Hemos cumplido con nuestras obligaciones religiosas o nos hemos olvidado?
4.- Honraras a tu padre y a tu madre.
Este mandamiento obliga a los hijos respetar a sus padres, obedecer sus órdenes (siempre no estén en contra de Dios) y ayudarlos en sus necesidades.
Al mismo tiempo, obliga a los padres a preocuparse por el bien de sus hijos, ayudándolos a crecer física, moral e intelectualmente. En la medida en que los hijos van creciendo, va aumentando su responsabilidad hasta que puedan tomar verdaderas decisiones.
Es Dios quien llama a unos al matrimonio y a otros hacia su entrega total para su servicio. Por lo tanto ningún padre tiene el derecho de mandar a los hijos, oponiéndose a los planes de Dios. Lo que tienen que hacer es ayudar a los hijos a descubrir la propia vocación para aceptarla y vivirla con fe y entusiasmo.
Ni pueden obligar a los hijos a casarse con tal o cual persona, escoger una carrera en lugar de otra. Cuanto más grandes se hacen los hijos, tanto más se hacen responsables de su destino. Entonces los papás se vuelven en los primeros consejeros de sus hijos.
Cada uno examine su conciencia para ver en qué ha fallado como padre, madre, hijo o hija.
¿Te has preocupado por escuchar los consejos de tus padres? ¿Has tratado de platicar con ellos y ayudarlos en sus necesidades?
Como padre o madre, ¿Te has preocupado por el bien de tus hijos?, ¿Cuántas veces te has metido en la vida privada de ellos, provocando disgustos y divisiones?, ¿Te has preocupado por dar buenos ejemplos a tus hijos y ayudarlos a madurar en la fe?
5.- No matarás.
Para cumplir con este mandamiento, hay que evitar todo lo que puede hacer daño a la propia salud, como son las drogas, borracheras, excesos en la comida, etc.
Y por lo que se refiere a los demás hay que evitar los pleitos, los insultos, los odios, los rencores, las envidias, los chismes en fin todo lo que puede casar daño al prójimo. Hay que recordar que el aborto es una forma de homicidio y por lo tanto constituye un grave pecado. Otra manera de causar daño a los demás, está representada por el escándalo. Escandalizar a un inocente es algo grave en cuanto lo induce al pecado que causa la muerte espiritual.
Al mismo tiempo este mandamiento nos ordena querer a todos, perdonar las ofensas. Si queremos que Dios nos perdone, no tenemos otro camino que perdonar al prójimo las ofensas que nos ha causado. Jesús ha dicho que si guardamos algún odio o rencor o alguna ofensa recibida no recibiremos el perdón de Dios. Así que de nosotros mismos depende.
6.- No cometerás adulterio ni otras acciones impuras.
El adulterio consiste en las relaciones sexuales entre una persona casada y otra que no es el esposo o la esposa. Este mandamiento prohíbe también las relaciones sexuales entre personas que viven en amasiato (sin casarse por la Iglesia), entre novios, con prostitutas, entre personas del mismo sexo o con animales. Es pecado también provocarse uno mismo satisfacción sexual (masturbación) ya que representa un acto egoísta, pues el amor debe ser compartido.
Para cumplir con este mandamiento, hay que evitar las conversaciones con fondo sexual, chistes colorados, pornografía y bailes desordenados.
Es cierto el impulso sexual es muy fuerte y es fuente de muchas tentaciones. Sin embargo tenemos que estar convencidos de que con la ayuda de Dios y a buena voluntad se puede vencer. Acordémonos de que el que se pone en la tentación cae con facilidad.
7.- No robarás.
Este mandamiento prohíbe quitar, dañar y destruir lo ajeno. Los fraudes, las falsificaciones, las trampas en los negocios, el uso de moneda falsa, van en contra de este mandamiento.
Para que Dios perdone hay que devolver cuanto antes lo robado y en la medida de lo posible.
8.- No levantarás falsos testimonios contra tu prójimo ni mentirás.
Este mandamiento obliga no calumniar al prójimo, ni mentir, ni contar los defectos de los demás sin necesidad, ni pensar mal de la gente. Todo esto puede provocar graves daños al prójimo. Por lo tanto, si queremos que Dios nos perdone tenemos que tratar reparar hasta donde sea posible el daño hecho en los demás.
9.- No desearás la mujer de tu prójimo ni consentirás pensamientos ni deseos impuros.
Este mandamiento completa el sexto y se refiere a los pecados internos con la relación al sexo. No sólo es pecado cometer el desorden sexual sino también desearlo.
10.- No codiciarás las cosas ajenas.
Este mandamiento completa el séptimo y consiste en no desear tomar lo ajeno. Dios quiere que luchemos para superarnos, pero no quiere que seamos egoístas y envidiosos. El ansia del dinero puede llegar a esclavizarnos, con graves peligros para nosotros y el prójimo.

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