Estas son palabras que no dejan duda alguna. Todos los creyentes, independientemente de nuestro estado o condición de vida, tenemos que ir creciendo para alcanzar la plenitud de la vida cristiana.
Sería bueno pensar en cómo se encuentra nuestra vida cristiana para luego emprender el camino hacia la perfección.
Este crecimiento nos puede parecer muy difícil, pero ¡son tantos los medios que tenemos!.
Algunos de ellos son esenciales, tales como; la lucha contra el pecado, estar alertas para no caer en tentaciones, acudir a los sacramentos frecuentemente, ya que la vida sacramental nos fortalece; luego, las buenas obras, que nos alcanzan méritos allá en el cielo; y por supuesto, la oración, ese diálogo con Dios en donde se pueden encontrar las fuerzas necesarias y pedir aquellos dones que nos hacen falta, ¡tenemos tantas carencias!.
Además de los esenciales, tenemos otros medios, los secundarios. Que pueden ser internos, entre los cuales encontramos: la presencia de Dios en nuestra alma, el examen de conciencia para conocer nuestras debilidades o fallas, tener el deseo de alcanzar la perfección, pues sin esto no vamos a ir muy lejos, estar conformes con la voluntad de Dios, es decir, aceptar Su plan para mi, por muy difícil que sea, ser fieles a la gracia recibida, mejorar el propio temperamento, trabajar en la formación del carácter.
Luego, tenemos los medios externos. Estos son la lectura espiritual, mediante la cual podemos ir conociendo nuestra fe, el círculo de amistades, hay que saber escogerlas bien, la dirección espiritual cuando sea posible, el servicio a los demás y el plan o programa de vida.
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